La Doctrina de la Sangre – El Sacrificio de Cristo Como Expiación 4

 

Continuemos.

E. La obra de Cristo es, además, expiatoria porque constituye la única ofrenda que Dios acepta por el pecado. Los sacrificios del Antiguo Testamento eran figuras de este único, verdadero sacrificio por el pecado. Como ha dicho Mackintosh (C.H.M.) Dios hoy no exige más que la obra de la cruz; pero tampoco acepta menos. El pecador que pretende venir a Cristo por otro camino, nunca puede llegar a Dios porque Dios no exige más que la cruz, pero tampoco acepta menos.

 

F. La obra de la cruz es una obra expiatoria porque la sangre de la cruz ha transformado lo que tendría que ser un tribunal de juicio, en un trono de gracia. Nosotros solemos vincular el trono de gracia sola­mente con la oración. Tenemos que aprender también que esta gran idea de un trono de gracia vale para el creyente que ha caído en el pecado, para el creyente que está apartado de Dios, para aquél cuya vida está alejada de Dios.

 

4. PORQUE FUE CRUCIFICADO CONFORME A LAS ESCRITURAS, PODE­MOS REGOCIJARNOS EN EL HECHO DE QUE NÍ AUN EN EL GOLGOTA CRISTO PUDO SER DERROTADO.

A. Que Cristo haya muerto conforme a las Escrituras es lo que nos permite regocijarnos en el triunfo final del Salvador. Ciertamente los sufrimientos de Cristo fueron terri­bles, pero de esto el Nuevo Testamento da un relato breve y solemne. No es un relato lacrimógeno; más bien las profecías y los salmos anticipan estos sufrimientos.

El sudor y la sangre, las súplicas en el huerto, el clamor de abandono en la cruz, sugieren la profundidad de los sufrimientos de Cristo. Debemos meditar en los sufrimientos del alma que, como ha dicho un santo de la antigüedad, son el alma de sus sufrimientos, Debemos meditar en los sufrimientos del alma del Salvador; pero hay que dejar que la Sagrada Escritura nos dé este material, el único que tenemos para pe­netrar en lo que Dios quiere que sepamos sobre esto.

 

B. ¿Qué enseñan las Escrituras acerca del sufrimiento del Salvador? ¿Cuál es la esencia del dolor de Cristo en la Cruz? Posiblemente no se pueda dar una sola explicación. Pero parece que lo esencial es que El iba a entrar en contacto con el pecado, y que por esta razón sufriría el abandono de Dios. Este es el punto fundamental.

La doctrina bíblica sobre la cruz nos revela que nuestro mundo es un mundo caído; es un mundo irredimible por sí mismo, es un mundo condenado por Dios. Pero la doctrina bí­blica sobre la cruz nos revela todavía algo más sorprendente; revela que Cristo se ha identificado con este mundo y con una raza de pecadores como nosotros. La maldición del pecado representa el juicio de Dios, y aquel que se identifica con el hombre para la redención comparte esa maldición.

Notemos que aquí hay ideas acumuladas, todas presen­tes sobre Cristo. Estas son las ideas acumuladas que la Bi­blia nos da, revelación tras revelación. Tenemos necesidad de juntar, de ordenar y meditar sobre ellas, porque la esencia del dolor de Cristo sobre la cruz es entrar en contacto con el pecado. De allí la cuarta palabra de la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» El sintió el abandono de Dios, soportó la ira de Dios porque entró en el estado del hombre culpable, en el estado del hombre mancha­do, del hombre contaminado, condenado. Y en su muerte hubo, en un sentido verdadero, que está fuera de nuestra capaci­dad para sondearlo, un fenómeno que nubló en parte su con­ciencia de Dios; estuvo realmente separado de Dios, hecho pecado por nosotros; no hecho pecador, pero sí hecho pecado, separado de Dios.

A veces se utilizan términos o conceptos que no son bíblicos acerca de la sustitución de Cristo, acerca de cuán­to Cristo sufrió por los pecadores; a veces se dice, y esto viene de antiguo, que era necesario que Cristo sufriera todo lo que el pecador creyente hubiera sufrido si Cristo no hu­biera muerto. Esto parece en principio no presentar objeción alguna, pero hay que tener cuidado con algunos puntos.

(CONTINÚA…)

Extracto del artículo “La Doctrina Bíblica Sobre la Sangre”

Por Horacio A. Alonso

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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