La Doctrina de la Sangre – El Sacrificio de Cristo Como Redención 2

 

Continuemos.

Cuando se trata del nacimiento virginal de Cristo, cuando la Palabra de Dios se refiere a este asunto sagrado y solemne, no estamos hablando de un asunto que esté desti­nado a los niños cuando llega el tiempo de Navidad. El nacimiento del Hijo de Dios sobre la tierra, y su nacimiento virginal, tenía que tener lugar, para que El pudiera ser Redentor. La Encarnación fue un despojamiento divino no para enternecer a nadie sino para los fines de la Redención. La Encarnación de Cristo revela entonces la capacidad de Dios para condescender a las condiciones humanas, y para poder redimir al hombre. Todos los pasos de su humillación fueron pasos que Él tuvo que dar para ser nuestro Redentor.

La Encarnación fue además un acto de pura gracia, que reveló hasta dónde puede llegar Dios en su amor sin límites. Cristo se apoderó de nuestra naturaleza en todas sus partes, con excepción del pecado. Entró y moró en la humanidad y como dice uno de los escritores del Nuevo Testamento, «no­sotros vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad». Cristo se identificó con la raza que vino a redimir. Cristo se despojó de la forma divina para poder ser Redentor; tomó la forma humana para poder morir y para poder asociarse con la raza pecadora. Pero, aun que fue uno con la humanidad, quedó separado de los pecado­res. Como ser impecable, quedó separado; y, cómo ser impecable, pudo ser el Redentor de los pecadores. De esta manera cumplió Cristo con otra de las condiciones esenciales para ser el Redentor, y es que tenía que estar libre del mal que intentaba redimir.

La Encarnación fue pues el camino que Dios eligió para entrar en una relación redentora con el hombre. Lo que la Biblia destaca es la total suficiencia del sacrificio de Cristo para redimir. Este concepto tiene que ser subrayado. ¿Por qué? Porque gran parte del cristianismo no lo entiende así; gran parte de lo que en general se en­tiende en el mundo como Cristianismo enseña a la gente que hay que agregar algo al sacrificio de Cristo, como las obras del hombre, supuestamente meritorias. Una cantidad de cosas las religiones exigen del hombre, cuando en realidad Cristo mismo advirtió contra esto, y dijo que había en su tiempo hombres religiosos que ponían sobre los demás cargas que ellos, los hombres religiosos no podían llevar. Toda la Palabra de Dios enseña que el único precio que podría ser pa­gado para redimirnos del pecado ha sido pagado totalmente, y esto a satisfacción de Dios.

 

D. La redención no sólo abarca la victoria final sobre la muerte; abarca también la victoria sobre el pecado. Pa­blo señala que esta victoria que Dios ha logrado por medio de su Ungido, por medio de Cristo, se efectuó allí %ismo donde Satanás pensaba que él reinaría para siempre, que era en la carne. Está escrito en la carta a los romanos, que Cristo vino en semejanza de carne de pecado, para destruir al pecado en la carne.

 

E. Hay que destacar que la redención se expresa en términos mercantiles y legales, pero no es meramente una transac­ción legal. La redención que Cristo nos ha procurado tiene que ver con una reconciliación espiritual. ¿Por qué? Porque en lo profundo de su alma, el pecador se vuelve hacia Dios y encuentra, cuando se acerca a Dios, que Dios se alegra pre­cisamente porque él vuelve. De modo que aunque la redención está expresada en términos mercantiles, y en términos lega­les, está muy lejos de ser meramente una transacción legal. Se trata de una reconciliación espiritual.

(CONTINÚA…)

Extracto del artículo “La Doctrina Bíblica Sobre la Sangre”

Por Horacio A. Alonso

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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