Doctrina Bíblica – El Ser Humano

 

Los Humanos son Cuerpo y Alma en dos Géneros.

Pasaje clave: Génesis 2:7, Génesis 1:27.

Todos y cada uno de los seres humanos que hay en este mundo constan de un cuerpo material animado o un yo personal inmaterial. Las Escrituras le dan a este yo el nombre de “alma” o «espíritu». «Alma» destaca la distintividad del yo consciente de una persona como tal; «espíritu» lleva en sí el matiz de que este yo se deriva de Dios, depende de El y es distinto al cuerpo como tal.

El uso bíblico nos lleva a decir que tenemos y somos alma y espíritu, pero es un error pensar que el alma y el espíritu son dos cosas diferentes; la visión “tricótoma” del ser humano como cuerpo, alma y espíritu es incorrecta (interpretación del autor). La idea corriente de que el alma es órgano para la conciencia de este mundo solamente, y que el espíri­tu es un órgano distintivo de la comunión con Dios que adquiere vida en la regeneración se halla fuera de sin­tonía con las enseñanzas y el uso de las palabras en la Biblia. Además, conduce a un anti-intelectualismo para­lizante por medio del cual la comprensión espiritual y el pensamiento teológico son separados, con el consi­guiente empobrecimiento de ambos, puesto que se considera a la teología como algo del «alma» que no es espi­ritual, mientras se piensa que las percepciones espirituales no tienen relación alguna con la enseñanza y el aprendizaje de la verdad revelada por Dios.

El que se encuentre el alma dentro de un cuerpo es algo integral dentro de los designios de Dios para la humanidad. A través del cuerpo, como dijimos anteriormente, podemos experimentar nuestro ambiente, dis­frutar y controlar las cosas que nos rodean, y relacionarnos con otras personas. Tal como Dios lo hizo, no hato nada de malvado ni de corruptible en el cuerpo, y de no haber entrado el pecado, las enfermedades físi­cas, el envejecimiento y la decadencia que lleva a la muerte tal como la conocemos, nunca habrían formado parte de la vida humana (Génesis 2:17; 3:19, 22; Romanos 5:12). En cambio, ahora los seres humanos están corrompidos por completo en su ser psicofísico, tal como lo demuestran sus desordenados apetitos, tanto físi­cos como mentales, en su guerra continua entre sí y contra las normas de la sabiduría y de la justicia.

Al producirse la muerte, el alma deja detrás al cuerpo del difunto, pero no se trata de la feliz liberación que se han imaginado los filósofos griegos y algunos miembros de los cultos. La esperanza cristiana no es que sea­mos redimidos del cuerpo, sino que sea redimido el cuerpo. Esperamos con ansias nuestra participación en la resurrección de Cristo en y por medio de la resurrección de nuestro propio cuerpo. Aunque en el momento presente nos sea desconocida la composición exacta de nuestro futuro cuerpo glorificado, sabemos que habrá una cierta forma de continuidad con nuestro cuerpo presente (1 Corintios 15:35-49, Filipenses 3:20­-21, Colosenses 3:4).

Ambos géneros, masculino y femenino, forman parte del diseño de la Creación. Hombres y mujeres son igualmente portadores de la imagen de Dios (Génesis 1:27), y por consiguiente, su dignidad es igual. La natu­raleza mutuamente complementaria de los géneros tiene por propósito llevar a una cooperación enriquecedora (Génesis 2:18-23), cuando ambos desempeñan su papel, no sólo en el matrimonio, la procrea­ción y la vida familiar, sino también en las actividades más amplias de la vida.

La percepción de la insondable diferencia que existe entre nosotros y una persona del otro género tiene como razón de ser convertirse en una escuela para aprender la práctica y el gozo de la valoración, la apertura, el honor, el servicio y la fidelidad, los cuales pertenecen todos a la cortesía que exige la misteriosa realidad del otro género. La ideología del «unisex» que trata de diluir la importancia de los dos géneros, pervierte así el orden dispuesto por Dios. En cambio, el lema francés sobre la distinción entre los géneros, «Vive la diférencé» (Que viva la diferencia) expresa el punto de vista bíblico.

Extracto del libro “Teología Concisa”

Por J.I. Packer

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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