Doctrina Bíblica – Misterio

 

Dios es Incomparablemente Grande

Pasaje clave: 1 Crónicas 29:11

Dios es grande, dicen las Escrituras (Deuteronomio 7:21; Nehemías 4:14; Salmos 48:1; 86:10; 95:3; 145:3; Daniel 9:4): mayor de lo que nosotros podemos comprender. La teología lo declara, describiéndolo como in­comprensible, no en el sentido de que la lógica sea para El algo distinto de lo que es para nosotros, de manera que nos sea del todo imposible seguir el funcionamiento de su mente, sino en el sentido de que nunca lo po­dremos comprender por completo, sencillamente porque Él es infinito, mientras que nosotros somos finitos.

Las Escrituras dicen de Dios que habita, no sólo en una oscuridad espesa e impenetrable, sino también en una luz inaccesible (Salmo 97:2; 1 Timoteo 6:16), y ambas imágenes expresan el mismo pensamiento: nuestro Creador está por encima de nosotros, y está fuera de nuestras posibilidades el medirlo de manera alguna.

Algunas veces se expresa esto, hablando del misterio de Dios, con lo que no se utiliza esta palabra en el sentido bíblico de un secreto que Dios ha revelado ahora (Daniel 2:29-30; Efesios 3:2-6), sino en el sentido, desarrollado más recientemente, de una realidad que no tenemos capacidad suficiente para entender de una manera adecuada, por mucho que se diga acerca de ella. Dios nos dice en la Biblia que la creación, su provi­dencial gobierno, la Trinidad, la Encarnación, la obra regeneradora del Espíritu, la unión con Cristo en su muerte y resurrección y la inspiración de las Escrituras, por no ir más allá, son realidades, y aceptamos su palabra de que lo son, pero creemos que son, sin saber como pueden ser. En nuestra condición de criaturas, somos incapaces de comprender completamente el ser y las acciones del Creador.

No obstante, así como sería erróneo suponer que lo sabemos todo con respecto a Dios (y así, al efecto, sería como aprisionarlo en la caja de nuestra propia noción limitada sobre El), también sería erróneo dudar de que nuestro concepto constituya un conocimiento verdadero de El. Parte de lo que significa que hayamos sido creados a imagen de Dios es que somos capaces, tanto de saber cosas acerca de Él, como de conocerlo a Él de manera relacional en un sentido verdadero, aunque limitado, del conocimiento; y cuanto Dios nos dice en las Escrituras acerca de sí mismo, es cierto en toda su extensión.

Calvino hablaba de que Dios había sido condes­cendiente con nuestra debilidad, y se había acomodado a nuestras capacidades, tanto en la inspiración de las Escrituras, como en la encarnación de su Hijo, para podernos dar una comprensión germina de sí mismo. La forma y la sustancia de la forma en que un padre habla con su niño pequeño no tienen comparación alguna con todo lo que contiene la mente de ese padre, y que él podría expresar plenamente si estuviera hablando con otro adulto; pero el niño recibe en la conversación sencilla del padre unos datos informativos reales, aunque limitados, acerca de su padre, y su respuesta de amor y confianza crece de acuerdo con ellos. Esa es la analogía en esta situación.

Ahora vemos por qué nuestro Creador se nos presenta de manera antropomórfica, como si tuviera un ros­tro (Éxodo 33:11), una mano (1 Samuel 5:11), un brazo (Isaías 53:1), oídos (Nehemías 1:6), ojos (Job 28:10) y pies (Nahúm 1:3), y también sentado en un trono (1 Reyes 22:19), volando en el viento (Salmo 18:10) y com­batiendo en una batalla (2 Crónicas 32:8; Isaías 63:1-6). No se trata de descripciones de lo que Dios es en sí mismo, sino de lo que Él es para nosotros; o sea, el Señor trascendente que se relaciona con su pueblo como Padre y amigo, y actúa como aliado suyo. Dios se nos presenta de esta manera para llevamos a la adora­ción, el amor y la confianza, aunque en cuanto a conceptos seamos siempre como esos niños pequeños que oyen hablar a su padre a su propio nivel, y sólo conocen en parte al que les habla (1 Corintios 13:12).

No debemos olvidar nunca que en todos los casos, la teología es para la doxología: la expresión más genui­na de confianza en un Dios grande será siempre la adoración, y siempre será una adoración correcta la ala­banza a Dios por ser mucho más grande de lo que nosotros podemos entender.

Extracto del libro “Teología Concisa”

Por J.I. Packer

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

2 Comentarios

  1. Dios del Cielo
    eres Incomparablemente Grande
    eres mi Padre y amigo
    ayúdame a confiar en ti
    quiero entenderte y conocerte
    aun mas. Amen

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