Doctrina Bíblica – Su Omnisciencia
Dios Ve y Sabe
Pasaje clave: Proverbios 13:3
La palabra omnisciente significa «que lo sabe todo». Las Escrituras declaran que los ojos de Dios lo recorren todo (Job 24:23; Salmos 33:13-15, 139:13-16; Proverbios 15:3; Jeremías 16:17; Hebreos 4:13). Él escudriña todos los corazones y obsérvalos caminos de todos (1 Samuel 16:71 Samuel 16:7; 1 Reyes 8:391 Reyes 8:39; 1º Crónicas 2S:9; Salmo 139:1-6, 23; Jeremías 17:10; Lucas 16:15; Romanos 8:27; Apocalipsis 2:23).
En otras palabras, lo sabe todo acerca de todo y de todos, todo el tiempo. Además, conoce el futuro con tanta seguridad como el pasado y el presente, y tanto los sucesos posibles que nunca tendrán lugar, como los sucesos reales que sí se producen (1 Samuel 23:9-131 Samuel 23:9-13; 2 Reyes 13:192 Reyes 13:19; Salmo 81: 14-15; Isaías 48:18). Tampoco necesita tener “acceso” a información alguna sobre las cosas, como una computadora haría para sacar un documento de un archivo, todo su conocimiento está siempre ante su mente de manera inmediata y directa. Los escritores bíblicos mantienen un profundo temor reverencial ante la capacidad de la mente divina al respecto (Salmos 139:1-6; 147:5; Isaías 40:13-14, 28; cf. Romanos 11:33-36).
El conocimiento de Dios está unido a su soberanía; El conoce todas y cada una de las cosas, tanto en ellas mismas como en su relación con Los demás, porque fue El quien Las creó, las sostiene y las hace funcionar en cada momento de acuerdo con su plan para ellas (Efesios 1:11). La idea de que Dios pueda saber, y conocer de antemano todo, sin controlarlo todo, nos parece no sólo contraria a la Biblia, sino carente de sentido.
Al creyente cristiano, el conocimiento de la omnisciencia de Dios le debe producir la segundad de que Él no lo ha olvidado, sino que está cuidando de él, y seguirá haciéndolo, de acuerdo con sus promesas (Isaías 40:27-31). En cambio, para cualquiera que no sea cristiano. La verdad del conocimiento universal de Dios debe ser causa de temor, porque le servirá para recordar que no es posible esconderse a sí mismo, ni a sus pecados, de la vista de Dios (Salmos 139:7-12; 94:1-11; Juan 1:1-12).
Extracto del libro “Teología Concisa”
Por J.I. Packer