Doctrinas Bíblicas – Cristo Murió Para Qué Estemos con Él Inmediatamente Después de la Muerte

 

Pasaje clave: 1º Tesalonicenses 5:10, Filipenses 1:21, 232º Corintios 5:8.

 

La Biblia no ve nuestros cuerpos como algo malo. El cristianismo no es como algunas antiguas religiones griegas que trataban el cuerpo como una carga que con gusto soltamos. No, la muerte es un enemigo. Cuando nuestros cuerpos mueren, perdemos algo precioso.

Cristo no está contra el cuerpo, sino a favor del cuerpo. La Biblia es clara en cuanto a esto: «El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo» (1º Corintios 6:13). Esta es una maravillosa declaración: ¡El Señor es para el cuerpo!

Pero no debemos ir tan lejos como para decir que sin el cuerpo no podemos tener vida y conciencia. La Biblia no enseña esto. Cristo murió no solo para redimir el cuerpo, sino también para atar el alma tan estrechamente a sí mismo que, aun sin el cuerpo, estamos con Él. Este es  un profundo consuelo en la vida y en la muerte, y Cristo murió para que pudiésemos gozar esta esperanza.

De una parte la Biblia habla sobre perder el cuerpo en la muerte como un tipo de desnudez para el alma: «Los que estamos en este tabernáculo (el cuerpo) gemimos… porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos» (2º Corintios 5:4). En otras palabras, nosotros más bien preferiríamos pasar directamente de aquí a la resurrección del cuerpo sin tiempo intermedio en la tumba. Eso es lo que experimentarán los que estén vivos cuando Cristo regrese del cielo.

Pero por otra parte, la Biblia celebra el tiempo intermedio, en el que nuestras almas están en el cielo y nuestros cuerpos en la tumba.

Esta no es la gloria final, aunque es gloriosa. Leemos, «El vivir es Cristo, y el morir es ganancia» (Filipenses 1:21). «¡Ganancia!» Sí, pérdida del cuerpo por una temporada. En un sentido «desnudados». Pero más que ninguna otra cosa, «¡ganancia!» ¿Por qué? Porque la muerte para el cristiano significa ir para la casa con Cristo.

Como dice el apóstol Pablo, «(Tengo) deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor» (Filipenses 1:23).

«¡Mucho mejor!» Todavía no es en todo sentido lo mejor. Eso vendrá cuando el cuerpo sea resucitado en salud y gloria. Pero todavía «mucho mejor». Estaremos con Cristo en una forma que es más íntima, más «en casa». Por eso los primitivos cristianos decían: «Más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor» (2º Corintios 5:8). Los que creemos en Cristo no nos salimos de la existencia cuando morimos. No vamos a una clase de «sueño del alma»: Vamos a estar con Cristo. Estaremos «en casa». Esto es «mucho mejor». Esto es «ganancia».

Esta es una de las grandes razones por las que Cristo sufrió. «Él murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él» (1º Tesalonicenses 5:10). Como dormido, el cuerpo yace allí en la tumba. Pero nosotros vivimos con Cristo en el cielo. Esta no es nuestra esperanza final. Algún día el cuerpo resucitará, pero aun así, estar con Cristo es algo inexpresablemente precioso.

Extracto del libro  “La Pasión de Jesucristo”

Por John Piper

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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