La Doctrina de Dios – La Cognoscibilidad de Dios 1

 

 

¿Podemos realmente conocer a Dios?

¿Y cuánto de Dios podemos conocer?

A. La Necesidad de que Dios se Revele a Nosotros.

Para poder conocer a Dios de alguna manera, es necesario que él se revele a no­sotros. Incluso al hablar de la revelación de Dios que viene mediante la naturaleza, Pablo dice que lo que se puede conocer de Dios es claro para el ser humano «pues él mismo se lo ha revelado» (Ro.1:19). La creación natural revela a Dios porque él escogió revelarse de esta manera.

Respecto al conocimiento personal de Dios que viene en la salvación, esta idea es incluso más explícita. Jesús dice: «Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie co­noce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo» (Mt.11:27). Esta clase de conocimiento de Dios no se halla mediante esfuerzo o sabiduría humana y, «Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana» (1 Co.1:21; 1 Co.2:14; 2 Co.4:3-4; Jn.1:18).

La necesidad de que Dios se revele a sí mismo a nosotros se ve en el hecho de que los pecadores interpretan mal la revelación de Dios que se halla en la naturale­za. Los que «con su maldad obstruyen la verdad» son los que «se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón. … Cambiaron la verdad de Dios por la mentira» (Ro.1:18, 21, 25). Por consiguiente, necesitamos la Biblia para poder interpretar correctamente la revelación natural.

Cientos de reli­giones falsas en el mundo son evidencia de la manera en que los pecadores, sin la dirección de la Biblia, siempre entienden mal y distorsionan la revelación de Dios que se halla en la naturaleza. Pero sólo la Biblia nos dice cómo entender el testimonio de Dios en la naturaleza. Por consiguiente, dependemos de la comunicación activa de Dios a nosotros en la Biblia para un conocimiento verdadero de Dios.

 

B. Nunca Podremos Entender Completamente a Dios.

Debido a que Dios es infinito y nosotros somos finitos o limitados, nunca po­dremos entender completamente a Dios. En este sentido se dice que Dios es incomprensible en donde el término incomprensible se usa en el sentido más antiguo y menos común, «que no se puede entender totalmente». No es cierto decir que no se puede entender a Dios, pero sí es cierto decir que no se le puede entender plena o exhaustivamente.

El Salmo 145:3 dice: «Grande es el Señor, y digno de toda alabanza; su grandeza es insondable». La grandeza de Dios está más allá de toda búsqueda o des­cubrimiento; es demasiado grande para que se pueda conocer por completo. Res­pecto al entendimiento de Dios, el Salmo 147:5 dice: «Excelso es nuestro Señor, y grande su poder; su entendimiento es infinito». Nunca podremos medir o conocer por completo el entendimiento de Dios; es demasiado grande para que lo podamos igualar o comprender. De modo similar, al pensar en que Dios conoce todos sus caminos, David dice: «Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo» (Sal.139:6; 17).

Pablo implica esta incomprensibilidad de Dios cuando dice que «el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios», y luego pasa a decir que «nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Co.2:10-12). Al fi­nal de una larga consideración de la historia del gran plan de redención divina, Pa­blo irrumpe en alabanza: «¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus cami­nos!» (Ro.11:33).

Estos versículos nos permiten llevar nuestro entendimiento de la incomprensibilidad de Dios un paso más adelante. No sólo es cierto de que nunca po­dremos entender plenamente a Dios; también es cierto que nunca podremos entender completamente ni una sola cosa en cuanto a Dios. Su grandeza (Sal.145:3), su entendimiento (Sal.147:5), su conocimiento (Sal.139:6), sus riquezas, sabiduría, jui­cios y caminos (Ro.11:33), todo está más allá de nuestra capacidad de entender completamente.

Otros versículos también respaldan esta idea; Como son más al­tos los cielos que la tierra, así son los caminos de Dios más altos que nuestros cami­nos, y los pensamientos de Dios más que nuestros pensamientos (Is.55:9). Job dice que los grandes actos de Dios al crear y sustentar la tierra son «sólo una muestra de sus obras», y exclama: «¡Un murmullo que logramos escuchar! ¿Quién podrá comprender su trueno poderoso?» (Job 26:14; 11:7-9; 37:5).

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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