La Doctrina de la Creación – La Creación 8

 

Continuemos.

Por otro lado, muchos en la comunidad cristiana han rehusado firmemente convenir con la opinión dominante de los científicos hoy respecto a la evolución. Respecto a este asunto, miles de creyentes han examinado la Biblia muchas veces con gran detalle, y muchos han concluido que la Biblia no guarda silencio respecto al proceso por el cual los organismos vivos llegaron a existir. Es más, la observa­ción cuidadosa de los hechos del universo creado ha producido un desacuerdo am­plio respecto a las teorías de la evolución (de científicos que son cristianos y también de un número de científicos que no son cristianos). Así que en base tanto bíblica como científica, los cristianos han cuestionado las teorías de la evolución.

Debemos también recordar que la cuestión de la creación del universo es muy diferente de muchas otras cuestiones científicas, por cuanto la creación no es algo que se pueda repetir en un experimento en laboratorio, ni tampoco hubo un ob­servador humano que la presenciara. Por consiguiente, los pronunciamientos de los científicos en cuanto a la creación y a la historia temprana de la tierra son, en el mejor de los casos, especulación educada. Si estamos convencidos, no obstante, que el único observador de estos eventos (Dios mismo) nos ha hablado al respecto en las palabras confiables de la Biblia, debemos prestar cuidadosa atención al relato bíblico.

Cuando se entienden correctamente todos los datos, «ningún conflicto fi­nal» habrá entre la Biblia y la ciencia natural.

La frase «ningún conflicto final» se toma del libro muy útil de Francis Schaeffer, No Final Conflict. Respecto a las pre­guntas sobre la creación del universo, Schaeffer menciona varias cuestiones en donde, a su juicio, hay campo para desacuerdo entre cristianos que creen en la to­tal veracidad de la Biblia:

  • Hay la posibilidad de que Dios creó un universo «adulto».
  • Hay una posibilidad de un intervalo entre Génesis 1:1 y 1:2, o entre 1:2 y 1:3.
  • Hay una posibilidad de un día largo en Génesis 1.
  • Hay una posibilidad de que el diluvio afectó la información geológica.
  • El uso de la palabra «especie» en Génesis 1 puede ser muy amplio.
  • Hay la posibilidad de muerte de animales antes de la caída.

En donde no se usa la palabra hebrea «hará» hay una posibilidad de secuencia de cosas previamente existentes. Schaeffer aclara que no está diciendo que una de estas posiciones sea la que él sostiene; sino que son teóricamente posibles.

El punto principal de Schaeffer es que en nuestra comprensión del mundo natural y en nuestra comprensión de las Escrituras, nuestro conocimiento no es perfecto. Pero podemos abordar el estudio científico y el estudio de la Biblia con la confianza de que cuando se entienden co­rrectamente todos los hechos, y cuando hemos entendido correctamente la Biblia, nuestros hallazgos nunca estarán en conflicto entre sí; no habrá «ningún conflicto final». Esto es porque Dios, que habla en la Biblia, sabe todo lo que sucedió, y no ha hablado de una manera que contradiga las verdades del universo.

Esta es una perspectiva muy útil con la cual el cristiano debe empezar cualquier estudio de la creación y la ciencia moderna. No debemos temer investigar científi­camente los hechos del mundo creado, sino que debemos hacerlo con empeño y completa honestidad, en la confianza de que cuando se entiendan correctamente todos los datos, siempre resultarán congruentes con las inerrantes palabras de Dios en la Biblia. De modo similar, debemos abordar el estudio de la Biblia con empeño y en la confianza de que, cuando se entiende correctamente, la Biblia nun­ca contradice las verdades del mundo natural.

Alguien pudiera objetar que todo este debate es inapropiado, porque la Biblia nos es dada para enseñar asuntos religiosos y éticos, y no tiene la intención de ense­ñar «ciencia». Sin embargo, la Biblia misma no pone tal restricción en cuanto a los temas respecto a los cuales puede hablar. Aun­que la Biblia, por supuesto, no es un «libro de texto» de ciencia en el sentido for­mal, contiene muchas afirmaciones en cuanto al mundo natural: sus orígenes, sus propósitos, su destino final y muchas afirmaciones en cuanto a cómo funciona día tras día.

Si tomamos en serio la idea de que es Dios mismo (tanto como los autores humanos) el que habla todas las palabras de la Biblia, debemos tomar estas afirma­ciones en serio y creerlas también. Por cierto, la Biblia dice que nuestro entendi­miento de algunos datos «científicos» ¡es cuestión de nuestra fe! Hebreos 11:3 nos dice: «Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve».

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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