La Doctrina de la Biblia – La Necesidad de las Escrituras 4

 

Continuemos.

Esta segunda solución es, en verdad, lo que tenemos en las palabras de Dios en la Biblia. Dios sabe todos los datos que siempre han existido y los que van a existir; y este Dios que es omnisciente (todo lo sabe) y tiene conocimiento absoluto; no pue­de haber ningún dato que él no conozca ya; y por eso, nunca podrá haber nada que demuestre que algo que Dios piensa es falso.

Es de esta infinita bodega de conoci­mientos ciertos de lo que Dios, que nunca miente, nos ha hablado en la Biblia, en la cual nos ha dicho muchas cosas verdaderas en cuanto a sí mismo, en cuanto a no­sotros mismos y en cuanto al universo que él hizo. Jamás podrá aparecer ningún dato que contradiga la verdad que haya dicho este Ser omnisciente.

Por tanto, es apropiado que tengamos más certeza en cuanto a las verdades que leemos en la Biblia que en cuanto a cualquier otro conocimiento que tengamos. Si vamos a hablar de grados de certeza del conocimiento que tenemos, el conoci­miento que obtenemos de la Biblia tendría el grado más alto de certeza; si la pala­bra «cierto» se puede aplicar a alguna clase de conocimiento humano, se puede aplicar a este conocimiento.

Este concepto de la certeza del conocimiento que obtenemos de la Biblia en­tonces nos da una base razonable para afirmar la corrección de mucho del resto del conocimiento que tengamos. Leemos la Biblia y hallamos que su concepto del mundo que nos rodea, de la naturaleza humana y de nosotros mismos correspon­de estrechamente con la información que hemos obtenido de nuestras propias ex­periencias sensoriales en el mundo que nos rodea. Así que nos sentimos animados a confiar en nuestras experiencias sensoriales del mundo que nos rodea; nuestras observaciones corresponden con la verdad absoluta de la Biblia; por consiguiente, nuestras observaciones también son ciertas y, en general, confiables.

Tal confianza en la confiabilidad general de las observaciones hechas con nuestros ojos y oídos queda confirmada adicionalmente por el hecho de que es Dios quien hizo estas fa­cultades y que en la Biblia frecuentemente nos anima a usarlas (compare también Pr.20:12: «Los oídos para oír y los ojos para ver, ¡hermosa pareja que el Señor ha creado!»).

De esta manera el creyente que toma la Biblia como Palabra de Dios escapa del escepticismo filosófico en cuanto a la posibilidad de obtener conocimiento cierto con nuestras mentes finitas. En este sentido, entonces, es correcto decir que para las personas que no son omniscientes, la Biblia es necesaria para tener conocimien­to cierto de cualquier cosa.

Este hecho es importante para la explicación que sigue, en donde afirmamos que los que no creen pueden saber algo en cuanto a Dios partiendo de la revelación general que se ve en el mundo que los rodea. Aunque esto es verdad, debemos re­conocer que en un mundo caído el conocimiento que se obtiene por observación del mundo siempre es imperfecto y siempre proclive a error o interpretación erra­da. Por consiguiente, el conocimiento de Dios y la creación que se obtiene de la Bi­blia se debe usar para interpretar correctamente la creación que nos rodea. Podemos decir que necesita mas revelación especial para interpretar correctamente la revelación general.

 

D. Pero la Biblia no es Necesaria Para Saber que Dios Existe.

¿Qué de los que no leen la Biblia? ¿Pueden ellos obtener algún conocimiento de Dios? ¿Pueden saber algo en cuanto a las leyes de Dios?

Sí; sin la Biblia algún cono­cimiento de Dios es posible, aun si no es conocimiento absolutamente cierto.

Los seres humanos pueden obtener cierto conocimiento de que Dios existe y cierto conocimiento de algunos de sus atributos simplemente observándose a sí mis­mos y el mundo que los rodea. David dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, el fir­mamento proclama la obra de sus manos» (Sal.19:11).

Mirar el firmamento es ver evidencia del poder infinito, sabiduría e incluso belleza de Dios; es observar un testigo majestuoso de la gloria de Dios. De manera similar, Bernabé y Pablo les habla­ron a los habitantes griegos de Listra en cuanto al Dios viviente que hizo los cielos y la tierra: «En épocas pasadas él permitió que todas las naciones siguieran su propio camino. Sin embargo, no ha dejado de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas, proporcionándoles comida y alegría de corazón» (Hch.14:16-17).

Las lluvias y las estaciones fructíferas, la co­mida que produce la tierra, y la alegría de corazón de las personas dan todas testi­monio del hecho de que su Creador es un Dios de misericordia, de amor e incluso de alegría.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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