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Teología – LA NECESIDAD DE LAS ESCRITURAS 6

La Doctrina de la Biblia – La Necesidad de las Escrituras 6

 

Continuemos.

La verdad de que toda persona sabe algo de las leyes morales de Dios es una gran bendición para la sociedad, porque si no las supieran no habría ningún freno social para el mal que las personas harían y ningún freno de parte de su conciencia. Pero debido a que hay algún conocimiento común del bien y del mal los creyentes a menudo pueden hallar mucho consenso con los que no son cristianos en cuestiones de ley civil, normas de la comunidad, ética comercial básica y actividad profesional, y patrones aceptables de conducta en la vida ordinaria. Es más, podemos apelar al sen­tido de bien dentro del corazón de las personas (Ro.2:14) al intentar lograr que se emitan mejores leyes o que se descarten leyes malas, o enderezar algunas de las in­justicias en la sociedad que nos rodea.

El conocimiento de la existencia y carácter de Dios también provee una base de información que permite que el evangelio tenga sentido en el corazón y la mente del que no es creyente; los que no creen saben que Dios existe y que han roto sus normas, así que las noticias de que Cristo murió para pagar por sus pecados deben ser verdaderamente buenas noticias para ellos.

Sin embargo, se debe martillar que la Biblia en ninguna parte indica que al­guien pueda conocer el evangelio, o saber el camino de salvación, mediante la re­velación general. Las personas pueden saber que Dios existe, que es su Creador, que le deben obediencia, y que han pecado contra él.

La existencia de sistemas de sacrificios en religiones primitivas en toda la historia atestigua el hecho de que las personas pueden saber estas cosas claramente aparte de la Biblia. Las repetidas «lluvias y temporadas fructíferas» mencionadas en Hechos 14:17 pueden incluso guiar a algunos a razonar que Dios no sólo es santo y justo sino también de un Dios amoroso y perdonador. Pero cómo la santidad y la justicia de Dios se pueden jamás reconciliar con su disposición para perdonar pecados, es un misterio que jamás ha sido resuelto por ninguna religión aparte de la Biblia.

Tampoco la Biblia nos da ninguna esperanza de que de alguna manera se le pueda descubrir aparte de la revelación específica de Dios. Es la gran maravilla de nuestra redención que Dios mismo ha provisto el camino de salvación al enviar a su propio Hijo, que es a la vez Dios y hombre, para que sea nuestro representante y lleve la pena de nuestro pecado, combinando así la justicia y el amor de Dios en un acto infinitamente sabio y de gracia asombrosa.

Este hecho, que parece tan común al oído cristiano, no debe perder su asombro para nosotros: jamás podría haberlo concebido el hombre aparte de la revelación especial y verbal de Dios.

Es más, incluso si alguno que sigue una religión primitiva pudiera pensar que Dios de alguna manera debe haber pagado él mismo la pena de nuestros pecados, tal pensamiento sería solamente una especulación extraordinaria. Jamás podría sostenerse con suficiente certeza como para que fuera base en la cual apoyar fe que salva, a menos que Dios mismo confirmara con sus propias palabras tal especula­ción, es decir, las palabras del evangelio proclamando bien que eso en verdad iba a suceder (si la revelación vino en el tiempo antes de Cristo) o que ya ha sucedido (si la revelación vino en tiempo después de Cristo).

La Biblia nunca considera la espe­culación humana aparte de la Palabra de Dios como suficiente base en la cual decir que esa es fe que salva. La fe que salva, según la Biblia, siempre es la confianza en Dios que se apoya en la veracidad de las propias palabras de Dios.

 

Preguntas Para Aplicación Personal.

1. Cuando usted le está testificando a uno que no es creyente, ¿qué es lo que usted querría por sobre todo lo demás que esa persona lea?

¿Conoce usted a alguien que alguna vez llegó a ser creyente sin haber leído la Biblia o haber oído que alguien le decía lo que ía Biblia dice?

¿Cuál es, entonces la tarea pri­mordial del misionero evangelizador?

¿Cómo debe la necesidad de la Biblia afectar nuestra orientación misionera?

2. ¿Alimenta usted su alma con el alimento espiritual de la Palabra tan cuida­dosa y diligentemente como alimenta su cuerpo con alimento físico?

¿Qué nos hace tan insensibles espiritualmente que sentimos el hambre física más intensamente que el hambre espiritual? ¿Cuál es el remedio?

3. Al buscar activamente la voluntad de Dios, ¿en dónde deberíamos pasar la mayor parte de nuestro tiempo y esfuerzo?

En la práctica, ¿en dónde pasa usted la mayor parte de su tiempo y esfuerzo al buscar la voluntad de Dios?

¿Le parece alguna vez que los principios de Dios en la Biblia están en conflic­to con lo que parece ser la dirección que recibimos de sentimientos, con­ciencia, consejo, circunstancias, razonamiento humano o la sociedad?

¿Cómo debemos tratar de resolver el conflicto?

4. ¿Es tarea inútil esforzarnos por legislación civil basada en normas que estén de acuerdo con los principios morales de Dios que señala la Biblia? 

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

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