La Doctrina de Dios – Los Atributos Comunicables de Dios 24

 

Continuemos.

La Biblia a menudo habla de la gloria de Dios. David pregunta: «¿Quién es este Rey de la gloria? Es el Señor Todopoderoso; ¡él es el Rey de la gloria!» (Sal 24:10). Leemos en Salmo 104:1-2: «Señor mi Dios, tú eres grandioso; te has revestido de gloria y majestad. Te cubres de luz como con un manto…» En el Antiguo Testa­mento frecuentemente se menciona esta gloria de Dios.

Se la menciona nuevamente en el Nuevo Testamento en conexión con la anun­ciación del nacimiento de Jesús a los pastores: «Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor» (Lc.2:9). La gloria de Dios también fue evidente en la transfiguración de Cristo (Mt 17:2), y hallamos en la ciudad celestial venidera que «La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera» (Ap 21:23).

Es muy apropiado que la revelación de Dios de sí mismo vaya acompañada de tal esplendor y resplandor, porque esta gloria de Dios es la manifestación visible de la excelencia del carácter de Dios. La grandeza del ser de Dios, la perfección de to­dos sus atributos, es algo que nunca podremos captar plenamente, pero ante lo cual podemos sólo quedarnos pasmados de asombro y en adoración. De este modo, es apropiado en verdad que la manifestación visible de Dios sea tal que no­sotros no podamos contemplarla por completo, y que sea tan brillante que recaba gran deleite y profundo asombro de nosotros cuando la contemplamos sólo en parte.

Es asombroso, pero Dios nos hizo para que reflejemos su gloria. Pablo nos dice que incluso ahora en la vida cristiana estamos siendo «transformados a su semejan­za con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu» (2 Co 3:18;  Mt 5:16; Fil.2:15). Aunque no nos hallamos ahora rodeados de una luz visible, hay un resplandor, un esplendor o una belleza en la forma de vivir del que ama profun­damente a Dios, y esto a menudo es evidente a los que nos rodean.

En la vida veni­dera, tal resplandor se intensificará, de modo que cuando reinemos con Cristo parece que también recibiremos una apariencia externa que será apropiada para ese reino y a nuestra situación como portadores de la imagen de Dios y siervos del Señor Jesucristo (Pr 4:18; Dn 12:3; Mt 13:43; 1 Co 15:43).

 

Preguntas de Aplicación Personal.

Espiritualidad

1. ¿Por qué a Dios le desagradan tanto los ídolos tallados, incluso los que tie­nen la intención de representarlo a él? ¿Cómo, entonces, debemos imagi­narnos mentalmente a Dios o pensar de Dios cuando oramos?

2. ¿Qué tiene nuestra cultura o nuestra manera de pensar hoy que nos hace pensar que el mundo físico es más real o más permanente que el mundo es­piritual? ¿Qué podemos hacer para cambiar nuestra perspectiva intuitiva de la realidad del mundo espiritual?

Conocimiento

3. ¿Cuándo debemos tratar de esconder de Dios nuestros pensamientos y obras? ¿De qué modo es una bendición para su vida la respuesta a esta pre­gunta?

4. Respecto a las circunstancias de su vida, ¿cometerá Dios alguna vez un error, o se olvidará de planear de antemano, o no tomará en cuenta todas las contingencias que puedan suceder? ¿De qué modo es su respuesta a esta pregunta una bendición para su vida?

5. ¿Cuándo supo Dios que usted estaría en el lugar en que está ahora, leyendo esta oración, en este momento del día? ¿De qué modo es su respuesta a esta pregunta una bendición para su vida?

Sabiduría

6. ¿Realmente cree usted que Dios está obrando sabiamente hoy en su vida? ¿ Y en el mundo? Si usted halla difícil creer esto a veces, ¿qué podría hacer us­ted para cambiar de actitud?

Veracidad

7. ¿Por qué algunos de nuestra sociedad, a veces incluso creyentes, son tan descuidados respecto a decir siempre la verdad? ¿Por qué a menudo no nos damos cuenta de que el mayor daño de todo lo que resulta al mentir es el he­cho de que se deshonra a Dios?

¿Necesita usted pedirle a Dios ayuda para re­flejar mejor la veracidad de Dios al expresarse en cosas como las siguientes: prometer pagarle a alguien; decir que estará en algún lugar a cierta hora; exagerar las cosas para hacer el relato más emocionante; ocuparse de recor­dar y ser fiel a lo que ha dicho en un compromiso de negocios; informar lo que otros han dicho o lo que usted piensa que alguna otra persona está pen­sando; expresar equitativamente el punto de vista de su opositor en una discusión?

Bondad

8. Recordando que todo bien y todo don perfecto viene de Dios (Stg 1:17), vea cuántos buenos dones de Dios puede anotar en un papel en cinco minutos. Cuando haya terminado, pregúntese cuán a menudo tiene una actitud de agradecimiento a Dios por la mayoría de esos dones. A su modo de pensar ¿por qué tendemos a olvidamos que estas bendiciones vienen de Dios? ¿Qué podemos hacer para recordarlo más frecuentemente?

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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