Pasaje clave: Mateo 1:16-25.
1. Introducción.
Mateo introduce su evangelio mostrándonos a Jesús como descendiente directo del patriarca Abraham (aquel a quien Dios llamó para dar inicio a la nación de Israel). Pero este Jesús es más que un simple descendiente humano.
A. Cristo = Mesías = Ungido. (Mt.1:16).
En el AT solamente los sacerdotes eran ungidos con el aceite de la unción. Ellos eran los mediadores entre Dios y el pueblo. Jesús es el Ungido de Dios. Dios mismo hecho hombre y Él intercede por nosotros.
¿Estás presentando tus causas delante de Dios para que él se haga cargo?
B. Jesús = Salvador. (Mt.1:21).
¿Crees que él dio su vida en la cruz para ser tu Salvador?
¿Crees que Él puede perdonar todos tus pecados?
¿Lo invitaste a tu vida para que sea tu Salvador y Señor?
Si aún no lo hiciste este es el momento. Permíteme guiarte en esta oración: “Señor Jesús, reconozco que diste tu vida en la cruz por mí, ocupaste mi lugar y llevaste mis pecados. Hoy te invito a mi vida. Te recibo por la fe en mi corazón para que perdones mis pecados y me des tu salvación eterna”.
2. Escuchar y Obedecer La Voz de Dios (Mt.1:18-20, 24-25).
A. Hay situaciones en las que nos sentimos traicionados, defraudados, avergonzados, tal como se sintió José al enterarse del embarazo de María. ¿Qué hacemos?
Por un lado la rectitud de José le dice: “Basta con María, se terminó todo”. Por otro lado su amor le dice: “No quiero difamarla ni avergonzarla públicamente”. ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?!
¿Te encuentras en situaciones en las que no sabes qué hacer? ¿Cómo reaccionas?
B. “Y pensando él en esto”. (Mt.1:20).
Antes de tomar decisiones apresuradas hay que detenerse y pensar cuáles son las mejores alternativas. No actuar ni decidir impulsivamente ni emocionalmente. Actuar en base a ideas claras. Pero si estás confundido, si no tienes ideas claras o una absoluta seguridad ¡no te muevas!
C. Permítele a Dios que te hable. (Mt.1:20-23).
Cuando no sepas qué hacer permítele al Espíritu de Dios que te revele. Déjalo a Dios hablarte. Pero cuando Dios habla no importan más la tradición religiosa, ni el legalismo, ni las costumbres familiares, ni la opinión de otros.
“Yo Digo” dice Dios. ¿Estás dispuesto/a a obedecer su voz? (Mt.1:24).
Por Edgardo Tosoni
