Finanzas – EL FUNDAMENTO LABORAL

“Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón, los pastoreó con la pericia de sus manos” (Salmos 78.72).

Si queremos crecer y desarrollarnos en nuestro trabajo, en nuestra profesión, en nuestro ministerio o en aquello en lo que nos desempeñamos, será fundamental tener presente estas dos virtudes: integridad y pericia.

Integridad: Tiene que ver con el ser, es decir, con el corazón, con nuestras motivaciones, con nuestra honestidad, y con nuestra forma de conducirnos. Hoy en día se ve mucha falta de integridad, aun en los creyentes, no solo en grandes temas sino también en los pequeños que hacen a la vida cotidiana.

Necesitamos entender que la integridad queda comprometida incluso con el más mínimo desliz, y en este sentido determinarnos a ser íntegros en todo.

Pericia: Tiene que ver con el hacer, y es la capacidad de ser expertos en lo que hacemos, tanto por nuestros conocimientos como por la excelencia con la que los desarrollamos. La pericia se demuestra en el momento clave, es decir, cuando uno tiene que tener inteligencia espiritual y emocional a la hora de actuar frente a un desafío o una situación crítica.

La pericia es clave, por eso dice que David los pastoreó de esta forma, y se le presta atención en este versículo.

Necesitamos comprender que los dos requisitos son necesarios: la integridad y la pericia. Porque no solamente hay que ser bueno, sino también hay que ser capaz. Para los que pastorean gente esto será fundamental para poder hacerlo de forma íntegra pero también idónea a la hora de aconsejarlos en su situación.

Que en este tiempo, como Pueblo de Dios, podamos desarrollar integridad y pericia en todo lo que hacemos, entonces podremos destacarnos de forma completa.

Yo bendigo tu vida con integridad y pericia para que puedas crecer de forma completa y bendecir de forma integral a los que te rodean.

Por Daniel González