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Sexualidad – CÓMO FORTALECER LA FIDELIDAD MATRIMONIAL

“Sí, quiero”, dijo con voz fuerte y potente de manera que todos los presentes en la ceremonia religiosa pudieran escucharlo. Daniel prometía fidelidad duradera. Su compromiso, sin embargo, fue tan prolongado como el tiempo que dura la neblina en un cálido día de verano.

Si bien es cierto que es más fácil tomar una decisión que mantenerse en ella, es igualmente cierto que resulta posible cumplir la palabra empeñada en una promesa. Incontables personas se sienten abrumadas ante la posibilidad de permanecer fieles durante mucho tiempo. La autora del libro La batalla de cada mujer señala una manera práctica para ser fiel a la pareja siempre. Ella pregunta: “¿puede ser fiel por un día? Claro que se puede. ¡Un día no es gran cosa! Entonces, puede ser fiel durante toda su vida”. Es que la vida consiste en un período de veinticuatro horas tras otro igual. Si puede ser fiel durante un día, ya lo logró. Simplemente haga lo mismo al día siguiente y al otro que viene.

Según Proverbios 5, deberíamos:

Saciarnos en el amor conyugal. “Si quieres disfrutar del amor disfrútalo con tu esposa. ¡Guarda tu amor sólo para ella! ¡No se lo des a ninguna otra!”, versículo 15-16, BLS. El amor entre los esposos es más que importante, es crucial.

Mantener la exclusividad sexual. “No compartas con nadie el gozo de tu matrimonio”, versículo 17, BLS.

Disfrutar alegremente de los encuentros sexuales. “¡Que nunca te falten sus caricias! ¡Que siempre te envuelva con su amor!”, versículo 19, DHH.

Cultivar el romanticismo. “¡Bendita sea tu esposa!, ¡la novia de tu juventud!”, versículo 18, BLS. El único tipo de matrimonio que concibe el autor de Proverbios es un matrimonio de por vida. Bill Hybels dice: “escucharía pacientemente toda la charla actual sobre divorcios fáciles y matrimonios sucesivos, y luego repetiría: “alégrese con el compañero de la juventud”. Cuando se casen, permanezcan casados. Hagan acuerdos. Busquen ayuda. Procuren resolver los problemas. Ayunen, oren, prueben, prueben y vuelvan a probar. Hagan todo lo necesario para mantenerse juntos. Hagan de su matrimonio lo mejor. No hay otra forma: los matrimonios sólidos son la clave para las familias estables”.

Síntomas que presagian la decadencia matrimonial

Un matrimonio no termina de un día para otro. Hay síntomas que presagian un mal pronóstico. “Muchos piensan que los matrimonios se van a pique debido a una aventura amorosa o algo igualmente explosivo”, dice John Goltman. “Lo cierto es que se acaban poco a poco, como si fueran resbalando por una pendiente de reproches, críticas y actitudes defensivas o de retraimientos, hasta que es difícil volver atrás. Sin embargo, suele haber síntomas tempranos de que la relación va por mal camino”. Algunos de estos síntomas de alarma son:

Agendas diferentes. En estos tiempos modernos ya no es nada extraño que los integrantes de la pareja tengan sus propias agendas; pero esto puede ser mal augurio cuando no existen tiempos comunes. La gente suele dar prioridad al trabajo, a las actividades personales o a los programas sociales más que a la relación de pareja. Sería recomendable agendar semanalmente un tiempo para compartir con el cónyuge, tal como una salida a cenar, un paseo de un día fuera de la casa, o por qué no, ratos juntos en el hogar.

Ausencia de romanticismo. Una estadística reveló que a mayor tiempo de casados, menos expresiones de cariño. Se besan menos, se acarician menos, se tocan menos. Estas manifestaciones de afecto se acaban después de un tiempo. Hágase el firme propósito de retornar al romanticismo. Recuerde qué cosas agradan a su cónyuge y hágalas.

Rencor reprimido. Nada produce más dolor que una infidelidad. Si bien toda la familia es afectada, el cónyuge lo vivencia como una traición y lo sufre más. El abandono rei-terado puede ser otra causa de rencor oculto. Hay situaciones especiales en las que uno necesita más de la compañía del cónyuge. Su ausencia podría generar un enojo encubierto al principio, que se manifiesta en actitudes nocivas a posteriori. Mientras que no exista perdón, no habrá avances en la relación.

Falta de comunicación. La comunicación en la pareja es tan vital como el aceite en su auto. Sin ella, el matrimonio se funde. Si uno de los dos no sigue descubriendo al otro, si ya no recuerda sus gustos y aversiones, ni las situaciones que lo ponen tenso, hay problemas en puerta. En el plano íntimo, los integrantes creen que su pareja sabe lo que les gusta y lo que no. Pero ellos no son adivinos. A menos que se genere un espacio abierto de comunicación sincera, la intimidad también se resentirá.

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Qué hacer si se perciben algunos síntomas

Sean amigos. Friedrich Nietzsche dijo: “en los matrimonios infelices, no es amor lo que falta, sino amistad”. La relación matrimonial debe ser una relación de amigos. Cantar de los Cantares 2:2 presenta al matrimonio como dos amantes y dos amigos. Los amigos no se traicionan, se escuchan mutuamente, nada se ocultan. Aprenda a compartir las presiones, problemas y aun las tentaciones sexuales con su cónyuge. Una esposa que no sabe escuchar a su esposo, será sustituida por otro oído femenino, atento y reflexivo. Cuidado, la Biblia dice: “los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite, mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos, sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol”, Proverbios 5: 3-5.

Reaccionen contra la situación y no contra el cónyuge. Su pareja no es su enemigo. No le falte el respeto. Si logran un acuerdo, ambos saldrán ganando.

No esperen. “Los matrimonios felizmente casados no dejan pasar muchos días antes de resolver sus diferencias”, dice Sally Kiester. Evadir la situación o negarla no mejorará el matrimonio, lo destruirá. No se quede callado/a o inactivo/a. Busque el momento o créelo para dialogar.

Crean que la situación mejorará. No pierdan las esperanzas. Aunque la realidad parezca insalvable, no se desanimen; siempre hay una salida. Tengan fe y sean pacientes. Desandar el mal camino puede llevar tiempo, pero siempre mejora las cosas.

Un momento ameno

Convengamos, chicas, que solemos ser difíciles de complacer. Esto se ve en el hecho de que son más las mujeres que se quejan de sus esposos y los critican, que los hombres que hacen lo mismo con sus mujeres.

Una queja frecuente es: “ni me mira. Me puedo cortar el pelo, teñirme delila, vestirme de mono y… ni me mira. Cuando le pregunto: “¿cómo me veo, que tal estoy?”. Me contesta: “bien… y ni me mira”. Pero, chicas, si él dice: “estás más gorda, eso te queda mal”, nos ofendemos sin remedio y decimos: “ya no me quiere, no me ve atractiva, sólo mira mis defectos”. Ahora, si nos dice: “estás linda”, no le creemos porque al fin y al cabo es nuestro esposo y quiere que nos sintamos bien, o lo que es peor, está pensando en sexo.

La siguiente ilustración nos muestra lo difícil que resulta complacer a una mujer:

Un grupo de mujeres está de vacaciones y, de repente, encuentran en una avenida principal un hotel superlujoso, de cinco pisos, con un cartel con la siguiente inscripción: “exclusivamente para mujeres. Excelentes descuentos por grupos”. Pensando más en el descuento que en otra cosa, deciden entrar para ver si vale la pena alojarse allí.

El recepcionista, un hombre muy cortés y atractivo, les explica las comodidades con las que cuenta el edificio: “tenemos cinco pisos. Vayan piso por piso y, cuando encuentren lo que buscan, regresen para registrarse. Es fácil decidir. Cada piso tiene un cartel con las ventajas que brinda”.

Así suben al primer piso y leen el aviso que dice: “aquí todos los acompañantes varones son hombres promedio, les gusta el fútbol, tienen el control remoto, no son muy limpios ni ordenados, en fin… todo lo conocido”. Las amigas se ríen a carcajadas y suben al segundo piso. El aviso allí dice: “aquí los acompañantes varones pierden la paciencia con facilidad y, a veces, son rudos con las mujeres”. No les parece aceptable y suben al tercer piso. Leen allí: “aquí todos los acompañantes varones son amables, sensibles a las necesidades de las mujeres, solteros, con deseos de comprometerse y formar una familia”. Esto se ve bueno, pero faltan dos pisos más.

En el cuarto piso el aviso es extraordinario: “aquí todos los acompañantes tienen cuerpos perfectos, son muy sensibles y atentos con las mujeres, amantes dulces, todos solteros con mucho dinero y dispuestos a casarse”. Definitivamente las mujeres quedan sorprendidas gratamente, pero antes de decidir, quieren ver qué tiene el quinto piso. Cuando llegan allí, el aviso dice: “aquí no han nada. Este piso sólo se construyó para probar que es imposible complacer a una mujer”.

Extracto del libro Sexualidad Sana, Liderazgo Sólido

Por José Luis y Silvia Cinalli

 

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