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Teología – EL SACRIFICIO DE CRISTO COMO REDENCIÓN 4

La Doctrina de la Sangre – El Sacrificio de Cristo Como Redención 4

 

Continuemos.

C. Pero la redención tiene que ver con el cumplimiento de uno de los propósitos eternos de Dios. La redención ha venido a destruir un efecto fundamental del pecado. El peca do ha deshecho la relación entre el hombre y Dios, en donde él hombre es una criatura subordinada. Este es un aspecto puco comprendido. Cuando nos referimos con frecuencia a la situación en que estaba el primer hombre Adán, cuando salió de la mano del creador, siempre decimos, y decimos bien, que fue creado para tener comunión con Dios, pero omitimos uno de les más grandes propósitos que Dios tenía para su criatura. Que era que el hombre viviera en dependencia de Dios.

Este es uno de los más importantes propósitos que la redención tiene que lograr en nosotros: él propósito de que Vivamos en dependencia de Dios.

 

D. Dentro de las tensiones en que el creyente vive, se enfrenta con una de dos posibilidades: o cede ante la intención de su propia carne, o sigue detrás del propósito de Dios. De esta alternativa es imposible escapar. Todo cristianó en fresca; esta tensión en su vida sigue los dictados de su corazón, y arruina su testimonio, o se consagra a vivir se­gún el propósito de Dios.

La esencia del pecado es encarada aquí. ¿Por qué? Porque la esencia del pecado consiste precisamente en que el hombre trata de encontrar su vida fuera de Dios, aparte de Dios, lejos de Dios.

En esta misma carta a los efesios en el capítulo 2, el apóstol habla acerca de cómo estaban los efesios antes de haber venido a Cristo, y dice que en aquél entonces vivían lejos de Dios, separados de la Vida de Dios; dice que vivían ájenos de la vida de Dios.

Se puede decir de un pecador todo tipo de cosas; toda la Biblia describe la situación de un pecador o de una pecadora como nosotros, pero esta descripción es una de las más tremendas; es una de las más simples y de las más horribles: Se puede vivir separado de la vida de Dios; se puede vivir  ajeno de la vida dé Dios. Por esta razón, esta actitud de la dependencia del cristiano con respecto a Dios encara precisamente la raíz, la esencia del pecado porque la esen­cia del pecado consiste en que el hombre quiere encontrar su vida;, la plenitud de su vida, el propósito de su vida, fuera de Dios. Esta es la semilla terrible que el pecado ha dejado en el corazón humano.

La redención encara este problema fundamental, que afecta a la esencia del pecado. El cristiano que no se da cuenta de que éste es su verdadero conflicto puede pasar la vida entera ignorando una revelación esencial de la Palabra de Dios. Y el cristiano que no se da cuenta de que éste es su verdadero conflicto en el fondo no conoce su propio corazón. Pero el cristiano que aprende a enfrentar este proble­ma, aprende que la cruz de Cristo ha sido y seguirá siendo el más poderoso móvil de la santidad, y la única verdadera fuente de paz.

 

E. Lo importante es reconocer los pasos que el creyen­te debe dar para vivir esta vida de dependencia. Un paso fundamental que debe dar es el hábito de juzgarse a sí mismo. ¿Por qué? Porque a menos que tome este hábito, y a menos que lo tome seriamente en la presencia de Dios, muchos de sus pecados pueden pasar desapercibidos para su propio corazón.

El creyente tiene que mirar su tendencia al pecado y aún los problemas de la vida diaria, a la luz de la redención. La redención revela que Dios ya es propicio; el corazón de Dios no tiene que ser movido. Aquella oración «Dios, sé pro­picio a mí, pecador», no puede ser la oración de un cristia­no.

Dios ya es propicio a él. Que Dios sea propicio no quiere decir que lo es solamente cuando venimos como pecado res, la primera vez que venimos a Cristo para recibir la salvación, sino que también Dios es propicio hacia todo hijo su yo que ha pecado, y que ha sido comprado con sangre.

(CONTINÚA…)

Extracto del artículo “La Doctrina Bíblica Sobre la Sangre”

Por Horacio A. Alonso

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