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Teología – LA CREACIÓN 7

La Doctrina de la Creación – La Creación 7

 

Continuemos.

Aunque el orden creado se puede usar de maneras pecadoras o egoístas, y pue­de alejar de Dios nuestros afectos, no debemos permitir que el peligro del abuso de la creación divina nos impida un uso positivo, agradecido y gozoso de ella para nuestro disfrute y para el bien de su reino. Poco después de que Pablo ha advertido contra el deseo de enriquecerse y el «amor al dinero» (1 Ti.6:9-10), afirma que es Dios mismo el «que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos» (1 Ti.6:17).

Este hecho les da a los creyentes garantía para estimular el apropiado desarrollo industrial y tecnológico (junto con el cuidado del ambiente), y usar con gozo y gratitud todos los productos de la tierra abundante que Dios ha creado, para nosotros mismos y también para aquellos con quienes tenemos que compar­tir generosamente nuestras posesiones (1 Ti.6:18). Sin embargo, en todo esto debemos recordar que las posesiones materiales son solamente temporales, y no eternas. Debemos fijar nuestras esperanzas en Dios (Sal.62:10; 1 Ti.6:17) y en recibir un reino que no puede ser conmovido (Col.3:1-4; Hb.12:28; 1 P 1:4).

 

E. Relación Entre la Biblia y los Hallazgos de la Ciencia Moderna.

En varias ocasiones en la historia, los cristianos han disentido en cuanto a los hallazgos aceptados de la ciencia contemporánea. En la vasta mayoría de los casos, la fe cristiana sincera y una fuerte confianza en la Biblia ha llevado a los científicos a descubrir nuevas cosas en cuanto al universo de Dios, y estos descubrimientos han cambiado la opinión científica para la historia subsiguiente. La vida de Isaac New­ton, Galileo Galilei, Juan Kepler, Blas Pascal, Robert Boyle, Miguel Faraday, James Clerk Maxwell, y muchos otros son ejemplos de esto.

Por otro lado, ha habido ocasiones cuando la opinión científica aceptada ha es­tado en conflicto con lo que la gente entiende que la Biblia dice. Por ejemplo, cuan­do el astrónomo italiano Galileo (1564-1642) empezó a enseñar que la tierra no era el centro del universo, sino que la tierra y otros planetas giraban alrededor del sol (siguiendo así las teorías del astrónomo polaco Copérnico (1472-1543), fue critica­do, y a la larga la Iglesia Católica Romana condenó sus escritos. Esto se debió a que muchos pensaban que la Biblia enseñaba que el sol giraba alrededor de la tierra. Por supuesto, la Biblia no enseña eso en ninguna parte, y fue la astronomía de Co­pérnico la que hizo que la gente mirara de nuevo a la Biblia para ver si de veras en­señaba lo que se pensaba que enseñaba. De hecho, las descripciones de que el sol se levanta y se pone (Ecl.1:5) solo describen lo que parece desde la perspectiva del observador humano, y, desde esa perspectiva, su descripción es acertada. Pero no implica nada en cuanto al movimiento relativo de la tierra y del sol, y en ningu­na parte la Biblia explica lo que hace que el sol «se ponga» desde el punto de vista del observador humano.

La Biblia no dice nada absolutamente en cuanto a si la tie­rra o el sol, o algún otro cuerpo, es el «centro» del universo o del sistema solar; ese no es un asunto que la Biblia trata. Sin embargo, la lección de Galileo, que fue obli­gado a retractarse de sus enseñanzas y que vivió bajo arresto domiciliario por los pocos años que le restaron de vida, debe recordarnos que la observación cuidadosa del mundo natural puede hacer que volvamos a la Biblia, y estudiemos si las Escri­turas en verdad enseñan lo que pensamos que enseñan. A veces, con un examen más cuidadoso del texto podemos hallar que nuestras interpretaciones previas eran incorrectas.

La investigación científica ha ayudado a los cristianos a revaluar lo que gene­raciones anteriores pensaban en cuanto a la edad de la tierra, por ejemplo, y nin­gún erudito evangélico hoy sostendría que el mundo fue creado en 4004 a.C. Sin embargo hubo un tiempo cuando se creía ampliamente que en esa fecha tuvo lugar la creación, y eso se debió a los escritos del arzobispo irlandés James Ussher (1581-1656), uno de los grandes eruditos de su día, que cuidadosamente sumó las fechas de las genealogías de la Biblia para hallar cuándo fue creado Adán. Hoy se reconoce ampliamente que la Biblia no nos dice la fecha exacta de la creación de la tierra ni de la raza humana.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

Lee La Creación 8

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