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Teología – LA NECESIDAD DE LAS ESCRITURAS 5

La Doctrina de la Biblia – La Necesidad de las Escrituras 5

 

Continuemos.

Estas evidencias de Dios están en toda la creación que nos rodea para que las vean los que están dispuestos a verlas. Incluso aquellos que en su maldad suprimen la verdad no pueden evadir las evi­dencias de la existencia y naturaleza de Dios en el orden creado tal como lo indica Ro.1:19-21.

Aquí Pablo dice no sólo que la creación da evidencia de la existencia y carácter de Dios, sino que también incluso los perversos reconocen esa evidencia. Lo que se puede saber de Dios «es evidente para ellos» y en verdad «a pesar de haber cono­cido a Dios» (evidentemente, sabían quién era Dios), «no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias».

Este pasaje nos permite decir que toda persona, incluso la más perversa, tiene algún conocimiento interno o percepción de que Dios existe y de que es un Creador poderoso. Este conocimiento se ve «a través de lo que él creó», frase que se refiere a toda la creación. Sin embargo es probable que al ver a los seres humanos creados a imagen de Dios (es decir, al verse a sí mismos y a otras personas) que incluso los perversos ven la grandiosa evidencia de la existencia y naturaleza de Dios.

Así que, incluso sin la Biblia, todas las personas que han existido han tenido evi­dencia en la creación de que Dios existe, que es el Creador y ellas son sus criaturas, y también han tenido alguna evidencia del carácter de Dios. Como resultado, ellas mismos han sabido algo en cuanto a Dios partiendo de esta evidencia (aunque nunca se dice que este sea un conocimiento que pueda llevarlos a la salvación).

 

E. La Biblia no es Necesaria Para Saber Algo en Cuanto al Carácter de Dios y sus Leyes Morales.

En Romanos 1 Pablo pasa a mostrar que incluso los que no creen que no tienen registro escrito de las leyes de Dios tienen en la conciencia algún entendimiento de las demandas morales de Dios. Hablando de una larga lista de pecados («envidia, homicidios, contiendas, engaños»). Pablo dice que los malos, que las practican, «saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no sólo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las practican» (Ro.1:32). Los malos saben que su pecado es un mal, por lo menos en gran medida.

Pablo entonces habla de la actividad de la conciencia en los gentiles que no tie­nen la ley escrita: «De hecho, cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige, ellos son ley para sí mismos, aunque no tengan la ley. Éstos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan» (Ro.2:14-15).

La conciencia de los que no creen les da testimonio de las normas morales de Dios, pero a veces esta evidencia de la ley de Dios en el corazón de los que no creen es distorsionada o se suprime. Algunos de sus pensamientos los «acusan» y a veces sus pensamientos los «excusan», dice Pablo.

El conocimiento de las leyes de Dios derivado de tales fuentes nunca es perfecto, pero es suficiente para dar conciencia de las demandas morales de Dios a toda la humanidad. (Es sobre esta base que Pa­blo afirma que todo ser humano es culpable ante Dios por el pecado, incluso los que no tienen las leyes de Dios escritas en la Biblia.)

El conocimiento de la existencia, carácter y ley moral de Dios, que viene por creación a toda la humanidad, a menudo se llama «revelación general» (porque viene a toda persona en general). La revelación general viene al observar la naturaleza, al ver a Dios influyendo directamente en la historia, y mediante el sentido interno de la existencia de Dios y sus leyes que él ha colocado dentro de todo ser humano.

La revelación general es distinta de la «revelación especial» que se refiere a las pala­bras de Dios dirigidas a personas específicas, tales como las palabras de la Biblia, las palabras de los profetas del Antiguo Testamento y los apóstoles del Nuevo Testa­mento, y las palabras de Dios dichas en discurso personal, tales como en el monte Sinaí o el bautismo de Jesús.

La revelación especial incluye todas las palabras de la Biblia, pero no se limita a las palabras de la Biblia, porque también incluye, por ejemplo, muchas palabras de Jesús que no están registradas en la Biblia, y probablemente hubo muchas palabras dichas por los profetas del Antiguo Testamento y los apóstoles del Nuevo Testa­mento que tampoco están anotadas en la Biblia.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

Lee La Necesidad de las Escrituras 6

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