Inicio Familia Familias – CÓMO DISCIPLINAR A NUESTROS HIJOS 5

Familias – CÓMO DISCIPLINAR A NUESTROS HIJOS 5

0
1536

Padres e Hijos – Cómo Disciplinar a Nuestros Hijos 5

 

Continuemos.

Existe un pseudo fundamento bíblico que muchos encuentran para sostener la violencia sobre sus hijos, basándose en unas cuantas citas religiosas aisladas del Libro de los Proverbios.

Muchos padres, sin saber muy bien de qué se trata el tema dicen: «¿Acaso la Biblia no habla de la vara?» Quienes sostienen esta postura incurren en un grave error de inter­pretación bíblica (hermenéutica) y literaria.

A lo largo del libro de Proverbios encontramos expresiones que de ninguna manera deben tomarse en forma literal, sino como metáforas, porque esto es uno de los recursos literarios característicos del libro.

Un claro ejemplo de esto lo encontramos en Prov.25:16-17: «¿Hallaste miel? Come lo que te basta no sea que hastiado de ella la vomites. Detén tu pie de la casa de tu  vecino; no sea que hastiado de ti te aborrezca».

En este caso la palabra«miel» es una figura de todas las cosas bue­nas que un ser humano puede encontrar, para dejar la enseñanza de no abusar de ellas, pues aun las cosas buenas y deseables, como trabajo, comida, amistad, estudio, etc. Resultan perjudiciales si las usamos desmedidamente. El ver­sículo 17, que contiene la misma enseñanza en relación al abuso de confianza y amistad confirma el valor metafórico que estamos señalando.

Es evidente que términos como «vara», «miel», «veredas», «tesoros», «árbol de vida», «corazón», y muchos otros que aparecen en Proverbios, constituyen metáforas y símbolos de un lenguaje figurado y bellísimo cuyo profundo mensaje debe­mos interpretar. Dentro de este enfoque «vara» equivale a corrección, disciplina, límites, educación.

 

¿Qué es lo que Dice Dios Acerca de la Disciplina?

«Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría. Si inclinares tu corazón a la prudencia, si cla­mares a la inteligencia, y a la prudencia dieres voz. Si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios» (Proverbios 2:1-5).

«No rechaces hijo mío, la corrección del Señor, ni te disgustes por sus reprensiones. Porque el Señor corrige a quien él ama, como un padre corrige a su hijo favorito» (Proverbios 3:11-12).

«El hijo sabio acepta la corrección del padre, el insolente no hace caso de reprensiones» (Proverbios 13:1).

«El que detiene el castigo a su hijo aborrece, más el que lo ama desde temprano lo corrige» (Proverbios 13:24).

«La necedad está ligada en el corazón del muchacho, Más la vara de la corrección la alejará de él» (Proverbios 22:15).

De los versículos anteriores se deduce que la corrección aparece como parte integrante de la enseñanza. El muchacho no es naturalmente bueno ni sensato, algo en su interior responde fácilmente a estímulos malignos. Una radical igno­rancia y necedad acompaña al hombre desde la infancia. Por eso es necesaria la corrección dolorosa, como principio saludable.

El optimismo corrige al pesimismo: el muchacho es necio, sí, pero es corregible.

«La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre» (Proverbios 29:15).

«Corrige a tu hijo y te dará descanso y dará alegría a tu alma» (Proverbios 29:17).

El primero es un principio contundente de educación, y se puede ilustrar con la historia de los hijos de Elí (1º S.2-3).

El segundo se fija en el aspecto positivo, en los buenos resul­tados de la educación de los padres. «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece causa de gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados». (Hebreos 12:11).

La práctica brutal y vengativa del castigo corporal no puede ser reconciliada con los grandes temas del Nuevo Testamento que enseñan el amor, el perdón y el respeto por la belleza y dignidad de los niños, y rechazan de modo abrumador la vio­lencia y la venganza como medios para resolver los conflictos humanos.

Cuanto antes aprendamos que el amor y la bondad son los únicos comportamientos adecuados hacia los niños, podremos favorecer mejor su desarrollo emocional y espiritual.

Sólo nos cabe agregar una reflexión:

¿De qué modo nos trata nuestro Padre cada vez que nos equivocamos o le desobede­cemos?

¿Emplea, Dios, la «vara» o extiende miseri­cordia?

Extracto del libro “Dejadlos Venir a Mí”

Por Daniel Bravo

No hay comentarios

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre