Pasaje clave: Eclesiastés 4:4.
Todos tenemos algo que guía nuestras vidas, que nos mueve o empuja. Veamos cuáles son las más comunes:
A muchos los guía la culpa. Se pasan toda la vida huyendo de sus errores y pecados y escondiendo su vergüenza. Permiten que su futuro sea controlado por su pasado. Se castigan a sí mismos y muchos terminan alejándose de Dios. Pero para esto hay una solución: Sal.32:1.
A muchos los guía la ira y el resentimiento. Se aferran a heridas que nunca logran superar. En vez de perdonar para terminar con el dolor, algunos explotan hacia adentro y se enferman, y otros explotan hacia afuera y enferman a los demás.
Los que te lastimaron en el pasado no pueden seguir haciéndolo ahora, a menos que sigás aferrado al dolor. El perdón es la solución: Mr.11:25-26.
A muchos los guía el temor. Cualquiera que fuere la causa que provoca el temor, las personas que viven con miedo están metidas en una cárcel, sin poder llegar a ser lo que Dios desea que sean. El miedo no les permite arriesgarse, van a lo seguro. La fe es la solución: 1º Jn.4:18.
A muchos los guía el materialismo. El deseo de comprar y tener se apodera de sus vidas. Lo que tenemos produce felicidad temporal. Pero Dios dice algo diferente: Mt.5:25-34.
A muchos los guía la necesidad de ser aceptados y amados. Muchos adultos siguen tratando de ganarse la aceptación de sus padres o de sus amistades.
A muchos los guía la presión de los amigos. Y siempre están preocupándose por el qué dirán. Tratar de agradar a todo el mundo es una clave para el fracaso. Ser influenciado por la opinión de los demás te garantiza perder los propósitos de Dios para tu vida (“Nadie puede servir a dos señores” Mt.6:24).
La vida sin propósito es trivial, insignificante e inútil.
Déjate guiar por el amor y el propósito eterno de Dios.
Extracto del libro «Una Vida Con Propósito»
Por Rick Warren
