Padres e Hijos – Trastornos Emocionales Simples de los Niños 3

 

Continuemos.

Desde el punto de vista psicoanalítico, la onicofagia es un comportamiento agresivo contra el propio cuerpo, la misma viene a ser la prolongación de la succión y la masturbación, el niño llega a satisfacer esta última necesidad obteniendo el placer del acto prohibido y su propio castigo.

Es frecuente hallar en la constelación familiar una situación tensa entre los padres, una clara rivalidad entre los hermanos, o una inadaptación al medio escolar. La onocofagia puede ser un hábito pasajero o mantenerse hasta pasada la adolescencia o incluso la edad adulta.

Varios autores señalan la relación existente entre esta forma de obrar y las situaciones de ten­sión afectiva. Lo que para el niño puede resultar frustrante en su relación afectiva puede originar y aumentar este tipo de conductas.

Las alteraciones anteriormente descriptas están asociadas al manejo del cuerpo y tienen diferente significado según los períodos evolutivos. En algunos casos pueden convertirse en un hábito que exteriorice conflictos familiares.

 

4. Aprendiendo a Ser Padres: El Niño y la Televisión.

La televisión irrumpe en el ambiente familiar provocando diversos conflictos: deteriora la comunicación, desplaza otras actividades como pueden ser la lectura, los juegos, afecta negativamente el desarrollo de los niños, influye en la creación de estereotipos y fomenta conductas agresivas.

El niño de primera infancia, desde que sabe caminar, necesi­ta desplazarse, jugar, salir a la calle, ir a la plaza. Las horas destinadas a ver televisión son sustraídas de las que precisa para la evolución normal de su actividad lúdica y motriz.

Si se tiene en cuenta que el psiquismo se va formando merced a actos motores (pasaje del acto al pensamiento) se podrá comprender que la actividad del pensamiento reflexivo puede quedar seriamente inhibida en esas circunstancias.

 

Los Síntomas que Presentan los Niños Adictos a la Tele­visión son:

A. Hasta los 2 años aproximadamente.

Desvelos y terrores noc­turnos, inapetencia, espasmo de sollozo, caprichos, incre­mento de ansiedades ante personas desconocidas, convulsiones.

 

B. De los 2 hasta los 6 años.

Dificultades para dormirse, te­rrores nocturnos constantes, inapetencia o bulimia, caprichos, falta del control esfinteriano diurno y nocturno, agresividad con otros niños (los muerden, les tiran del pelo, les pegan), timidez y falta de integración social, dificultades de adaptación en el jardín de infantes, dispersión de la atención, dificultades para concentrarse, asma, hipercinesia, convulsiones, trastornos del lenguaje.

 

C. De los 6 años en adelante.

Dificultades escolares serias por la dispersión de la atención, falta de concentración, inhibición de la simbolización y de la función lógica, rebeldía, agresividad para con los demás y para consigo mismo, tendencias sui­cidas, enuresis, encopresis, masturbación compulsiva, asma, convulsiones, conducta antisocial, alucinaciones, delirios, fobias agudas y rituales.

Muchos niños pasan un promedio de tres a cuatro horas diarias viendo televisión. La televisión puede ser una influencia muy poderosa en el desarrollo del sistema de valores, en la formación del carácter y en la con­ducta. Lamentablemente muchos de los programas de tele­visión contienen un alto grado de violencia.

Los psiquiatras de niños y adolescentes que han estudiado los efectos de la vio­lencia en la televisión han encontrado que éstos pueden:

  • Imitar la violencia que observan en la televisión. Identificarse con ciertos tipos, caracteres, víctimas y/o victi­marios.
  • Tornarse «inmunes» al horror de la violencia;   
  • Gradualmente aceptar la violencia como manera de resolver problemas.

De manera que la exposición extensa a programas de tele­visión que contengan violencia causa mayor agresividad en los niños. Los niños que ven espectáculos en los que la violen­cia es presentada de forma muy realista, repetida, o sin ser castigada, tienen mayor probabilidad de imitar lo que ven.

Esto no quiere decir que la violencia que se ve en la televisión es la única causa de conducta violenta o agresiva, pero no hay duda de que es un factor significativo.

 

Los Padres pueden Proteger a los Niños del exceso de Violencia en la Televisión.

  • Prestando mayor atención a los programas que ven sus hijos.
  • Estableciendo límites en el tiempo que pasan viendo tele­visión.
  • Evitando que vean aquellos programas conocidos como vio­lentos. Cambiar el canal, o apagar el televisor cuando apare­cen escenas ofensivas, y explicarle al niño aquello que con­sideran malo del programa.
  • Señalando al niño que aunque el actor no se lastimó, hirió, o murió durante el programa, la violencia puede producir dolor o muerte si sucede en la vida real.
  • Desaprobando los episodios violentos que suceden frente a los niños y enfatizando el hecho de que esa no es la mejor forma de resolver un problema.
  • Comunicándose con otros padres para poner en vigor reglas similares sobre el tiempo y tipo de programación que deben ver los niños.

Extracto del libro “Dejadlos Venir a Mí”

Por Daniel Bravo

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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