Teología del poder del diablo.

Miedo al diablo, siempre dicen: “el diablo nos oprime”, “el diablo nos ataca.” Recordá: Nunca llames ataque del diablo a lo que le pasa a todo el mundo: No es ataque del diablo que te envidien, porque todos somos envidiados. Cuando llegó el movimiento de guerra espiritual, nos pusimos a ungir todo con aceite, reprendiendo y cortando todo lo que venía de nuestros antepasados, de nuestros próceres, tatarabuelos. ¡Hemos cometido tantos errores!

¿Cómo puede ser que unos huesos enterrados nos mantengan oprimidos a todos? O, en esa reunión donde hay quinientas o mil personas y de pronto entra un brujo y todos “se sienten oprimidos.” ¿Por qué el oprimido no es él? Si vos sos luz, ¿cómo es que vas a tu trabajo y diez endemoniados te oprimen, si el que está en vos es mayor, y venció al que está afuera? ¡Es que nos enseñaron mal!

Es verdad que el diablo se mueve y no cabe la menor duda de que oprime, pero ¡está vencido! El único poder que tiene el diablo es que usemos el poder que está en nuestra boca, en nuestra contra. “He puesto el poder de la vida y de la muerte en tu boca” y Satanás lo usa en tu contra al hacerte decir: “No sé”, “No puedo”, “No lo voy a lograr.” Satanás indujo a que tu propias palabras te aten; porque tanto fe como maldición se desatan al hablar.

Estamos de acuerdo con la guerra espiritual, pero el fin no es la guerra sino el botín, o sea la gente. Si hacemos guerra y más guerra, ¿cuándo tomamos el botín? ¿Cuándo ganamos a la gente? ¿Cuándo entramos en los medios? Porque los atamos y re-contra atamos y el diablo le dice a los demonios: “Déjenlo a estos tontos, total no capturan nada.”

Tiene que haber un momento para hacer guerra espiritual pero después la puerta está abierta. Por supuesto que el enemigo ata y oprime a la gente que no es cristiana y a los cristianos que no están llenos de Dios, pero tiene que haber un momento que tomemos el botín.

Teología del sufrimiento.

  • “Tiene que doler”, “Ayunar cuarenta días, debes sufrir”, “¡Faltan rodillas acá! Estamos descubriendo que nos merecemos la comodidad, que podemos orar tanto en la cama como en una silla masajeadora. Pero, como por la teología del sufrimiento nos metieron dolor, palabras como éxito, placer, gozo, sueños, son malas palabras. Recuerdo que en una oportunidad, estando en Dallas, fui a un evento organizado por una iglesia, era un lunch, y una mujer se enojo muchísimo y se fue ofendida porque no había servilletas de papel. El pastor preocupado decía: “¡Cómo cometimos ese error!” Latinoamérica no vive el hedonismo americano, estamos en el otro extremo, no sabemos qué es el placer. No dicen: “Buscan la cultura del placer, toda la satisfacción.” Es que debemos buscarla porque no la conocemos, solo hemos visto la palabra escrita en el diccionario nada más.
  • Los predicadores que leyeron esos libros enseñaron a la gente: “Basta de placer” Y ¿qué es eso? Porque compraron el mensaje americano, un nivel de vida que no tenemos. Todavía estamos orando para que cada persona tenga su coche, la gente tiene que viajar cinco horas para venir a las reuniones.
  • Esta teoría llegó porque el noventa y nueve por ciento de la literatura evangélica que consumimos es traducida de los norteamericanos, y ellos viven rodeados de un confort extremo. Pero nosotros, no sabemos qué es eso, y lo hemos comprado estando en Latinoamérica, ¡en el extremo opuesto!
  • Orar de rodillas hasta que te revienten los meniscos.” ¿Y por qué? ¿No podemos orar sentados en un sillón? Claro que sí.
  • “Después de una bendición se viene un ataque.” ¿Cuántos oyeron esta frase? En vez de disfrutar pensamos “algo malo va a venir.” Mucha gente se sorprende cuando nos reímos en la iglesia, debiendo ser una cosa tan natural, algo normal, pero como tenemos la teoría del sufrimiento, la oración, el mensaje, nos tienen que doler. Por eso los predicadores “les pegan” a la gente. Con bronca les dicen: “Te falta santidad”, “Te falta amor”, “Te falta unidad.” Viniste mal y te vas peor, porque todo debe ser sufrimiento.

Por Bernardo Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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