Muchas veces, las mujeres no sabemos qué más hacer para conformarlos, para que estén bien, para que nos hablen, para que nos cuenten, para que nos presten atención. Todo el tiempo necesitamos sentirnos amadas, valoradas, tenidas en cuenta, por eso volcamos en ellos todas nuestras expectativas. Y todo lo que necesitamos lo proyectamos en ellos:

  • «Este hombre me va a cuidar».
  • «Me dará lo que necesito».
  • «Me hará feliz».
  • «Me mantendrá».
  • «Me dará seguridad».
  • «Me amará por siempre».

Y así es como todo lo que hacen los otros repercute en nosotras y en nuestra felicidad. Si no entendemos a los hombres es porque ponemos nuestras expectativas en ellos.

La sociedad espera que tanto hombres como mujeres actuemos de determinada manera. Las mujeres decimos: «Si él no tiene expectativas, yo haré que las tenga», pretendiendo que por nuestro esfuerzo cambie. Y pensamos que por nosotras ellos cambiarán su actitud, olvidando que sólo cambia el que desea cambiar. Y así es como llegamos al matrimonio, con expectativas por todos los cambios que ellos harán por nosotras.

Pero, ¿te pusiste a pensar qué pasará si este hombre no cambia? Por cierto, aparecerán las crisis, la desilusión, la soledad y frente a ello diremos: «No lo entiendo».

Sucede que las mujeres, muchas veces, tenemos expectativas que son razonables y aceptables, pero otras son verdaderamente irreales. Si, por ejemplo, una de nuestras expectativas es que nuestro marido no mire nunca a ninguna mujer, es una expectativa imposible de cumplir, porque de todos modos va a mirar y quizá lo haga cuando tú no estás. Sin embargo, una expectativa real y correcta sería: «Yo quiero que me sea fiel».

Si tu expectativa es tener el mismo cuerpo que tenías cuando lo conociste, seguramente ésta es una expectativa irreal que tu marido puso en ti. A esto puedes contestarle: «Después de haber tenido tres hijos, ¿cómo voy a tener ese cuerpo? Tampoco tengo quince, ya tengo cuarenta o cincuenta y pico».

Si esperas que «él te cuente todo», esta expectativa es irreal. Es irreal e imposible que los hombres puedan contarnos todo, porque su lenguaje está acortado. Ellos sólo hablan de soluciones, en cambio las mujeres filosofamos todo.

Los hombres suelen tener mucho miedo a la ira de las mujeres, a su reacción, por eso suelen callarse o mentir. Muchas veces, las mujeres queremos que nos cuenten, pero si lo que nos dicen no nos gusta, explotamos. Por eso es probable que la próxima vez, antes de hacerlo, lo piense veinte veces.

Queremos que sea sensible y seguro a la vez. ¿Te das cuenta? ¡No sabemos qué queremos! Si nos cuentan sus emociones, temores, alegrías y miedos, ¡salimos corriendo! Lo que menos queremos es estar al lado de un hombre miedoso o inseguro. Y si no nos cuentan, decimos que son insensibles. ¿No es una contradicción? Queremos un hombre que se cuide físicamente pero que no sea obsesivo. Queremos que sea decidido pero no atropellador.

Querida mujer: No podemos entender a los hombres porque no sabemos qué queremos.

Ponemos en ellos expectativas tan altas que nadie las puede cubrir. Es por eso que muchas mujeres buscan un hombre ideal, expresando expectativas irreales, para que nunca aparezca, o cuando lo tienen se sienten solas porque ese hombre no les brinda lo que ellas necesitan: unos tienen los zapatos sucios, otros las medias rotas, otros nunca dicen que nos quieren y así la lista puede ser infinita.

Extracto del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola

Por Alejandra Stamateas

(CONTINÚA… DALE CLICK ABAJO EN PÁGINAS…)

1
2
Artículo anteriorMujeres – DE QUÉ HABLAMOS CUANDO NO NOS HABLAMOS
Artículo siguienteMujeres – NO ENTIENDO A LOS HOMBRES
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre