Jung creía en la reencarnación y muchas de sus creencias están relacionadas con el libro tibetano de los muertos.

Tres días antes de morir tuvo el último de los sueños visionario y un presagio de su propia muerte.

Al morir el 6 de junio de 1961 una gran tormenta se desencadenó en el lago de Ginebra y un rayo fulminó su árbol favorito.

Jung decía que ocuparse de las cosas «parapsicológicas» significaría un en­riquecimiento auténtico. Fue por eso que por mucho tiempo trabajó junto con el psiquiatra Pleurer y con el médium austríaco Rudy Schneider.

También, como hemos dicho, trabajó con su prima Elene Treiswerk a quien sostuvo que sus fenómenos de materialización e incorporación de espíritus eran manifestaciones de complejos inconscientes que indicaban estructuras de la personalidad. Jung vivió muchos fenómenos paranormales espontáneos.

En 1920 vivió en Inglaterra y con frecuencia era invitado a pernoctar en una casa alquilada por un amigo inglés; noche tras noche, él pudo sentir allí en esa casa, golpes sobre las paredes, olores nauseabundos, susurros y otros fenómenos paranormales.

Estos hechos produjeron en él una especie de parálisis y culminaron con la aparición de media cabeza femenina compacta que se posó sobre su almohada a unos 40 cm de él. El ojo de esta cabeza estaba abierto y lo miraba; cuando Jung encendió la luz esta cabeza desapareció. El resto de la noche Jung no pudo dormir y tuvo que quedarse sentado en un sofá.

Siempre interpretó estos fenómenos demoníacos como una proyección de contenidos inconscientes.

Ya hemos hecho mención al fenómeno que Jung expuso cuando estaba con­versando con Freud y hubo un estallido en la biblioteca de tal manera que los dos se levantaron asustados; le dijo a Freud que ese era un fenómeno clásico de exteriorización catalítica y Freud dijo que era una auténtica estupidez. Jung le contestó que dentro de poco habría otro estallido y al terminar de hablar hubo en la biblioteca otro estallido parecido al primero.

Freud miró sin decir nada, maravillado; es interesante señalar que otro suceso parecido había ocurrido en la casa de Jung, diez años antes. Él era soltero, vivía con su madre y su hermana cuando un cuchillo grande de cortar pan, guardado en un cajón de la alacena explotó por sí solo como un disparo de pistola. En los mismos días se habían despedazado 3/4 de la tabla de una mesa redonda de un diámetro de unos 130 cm. También para la mesa se había tratado de un golpe semejante a un disparo, algo parecido a los raps. En 1957 el periódico de Zurich después de publicar una serie de artículos sobre fenómenos paranormales pidió a los doctores que les mandaran las narraciones de sus experiencias paranormales. La respuesta fue interesante ya que 1.000 cartas llegaron con 1.500 experiencias individuales.

Todo ese material fue reunido por Carrió que en ese entonces tenía 82 años, leyó esta extraordinaria colección diciendo literalmente: «historias maravillosas y sorprendentes que la mayoría consideran superstición y que por eso se narran y transmiten sólo en privado y en gran secreto».

Luego le dio este material a su colaboradora, la doctora Aniela Jaffé para que hiciese un análisis psicológico, historias de fantasmas, precogniciones, etc.

Ese libro fue publicado en 1958 en Suiza y se conoce con el nombre de Sueños, profecías, apariciones. El libro lo firma Aniela Jaffé.

Carrió escribe en el prefacio que no se puede dudar de esta realidad histórica de los hechos en todos los tiempos y en todas las partes. A Jung le llamó la atención que las personas vivan las mismas cosas y de maneras muy similares. Para Jung y la doctora Jaffé fue una sorpresa ver que 1.200 suizos, un pueblo frío y racionalista y sin fantasía hubiera tenido la voluntad de narrar estos acontecimien­tos; a nosotros también nos ha llamado la atención que a lo largo de nuestro recorrido por varios lugares e iglesias ministrando cientos de personas nos hayan narrado experiencias de este tipo.

Jung redactaba sus escritos al tiempo que recibía la visita de una entidad desencarnada a la que llamaba Filemón y que incluso paseaba por el jardín y conversaba con él.

Extracto del libro Ocultismo y Sanidad Interior

Por Bernardo Stamateas

 

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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