Mientras pienses que «no tienes con qué» vivirás de limosna, y estarás sometida a que «los otros», en algún momento, te pasen la factura por lo que «supuestamente» hicieron por ti. Aquel que suple lo que crees no tener, aunque sea «la mejor persona del mundo», te cobrará caro. Aun tu mamá podrá decir: «yo que te parí», pretendiendo cobrarte la vida que «supuestamente» ella te otorgó, y tendrás una deuda eterna pues «le debes la vida». O tu pareja podrá decirte: «antes de conocerme no eras nadie», «gracias a mí fuiste gente», «yo te llevé por primera vez a un restaurante», «el primer anillo de oro lo tuviste gracias a mí», sumergiéndote en una deuda que nunca terminarás de pagarle.

Esposos, parejas, padres, jefes que te hacen sentir que todo te lo dieron como un regalo, como una limosna, porque ellos son buenos… y tú lo crees y te dices: «NO tengo nada», «NO tengo un título», «NO tengo dinero», «NO tengo riquezas, NO tengo ahorros ni propiedades ni proyectos económicos». Y tal vez hasta hoy no tienes el dinero que necesitas para darte los gustos que quieres o para empezar ese proyecto tan anhelado, pero no es tiempo de mirar tus debilidades y tu pobreza, sino de potenciar al máximo todo aquello que sí tienes. Estás habilitada para generar todo aquello que necesitas.

Quizás has vivido realidades que te dejaron un sabor agridulce. Sin embargo, si puedes pararte más allá de la caída, de la desilusión, del desengaño, te descubrirás con mayores capacidades de las que creías tener. No esperes todo de los demás, haz las cosas tú y experimentarás una sensación de bienestar insuperable. Muévete hacia tus sueños. Persevera. Sostén ese deseo y conquístalo. Perseverancia es no desmayar; a su tiempo cosecharás. El tiempo dependerá de la dimensión del proyecto y, especialmente, de la perseverancia que generes en los mayores momentos de dificultad.

Un hombre llamado Demóstenes deseaba más que nada ser orador, pero había nacido tartamudo. Para lograr su deseo, se colocó piedras en la boca, agrandando así su dificultad. Él pensó que si podía hablar con las piedras en la boca, cuando las quitara, la tartamudez desaparecería y no le costaría hablar normalmente. Ese hombre supo ampliar su dificultad para quebrar su límite.

¿Qué hizo este hombre? Para vencer la limitación agrandó su problema, y se dijo a sí mismo que si era capaz de resolver un problema aun mayor, todo lo demás le parecería sencillo. ¡Anímate a hacerlo, mujer! Ampliando tus limitaciones encontrarás la verdadera medida de tu poder. Descubrirás un poder mayor del que creías tener. Quizá tengas que ceder algunas comodidades, dormir menos horas, trabajar más, salir de un trabajo para ir a otro o a tu negocio, mantener dos tareas paralelas. O, como Demóstenes, voluntariamente agrandar tu dificultad para ser independiente, hacer un esfuerzo más, trabajar más horas, hacer gimnasia, ejercitarte en algo, ampliar tu límite y así dirás: «la dificultad que tenía era insignificante, una tontería». Lo que pensabas que no tenías fluirá en abundancia.

Puedes lograr aún más de lo que estás haciendo. Más ganancias, mejor salud, mejor cuerpo, mejor vida emocional, mayor crecimiento espiritual. Exterioriza el poder que está dentro de ti y verás concretado lo que antes te parecía imposible. Ahora todo lo que comiences te costará menos. Al ampliar tu conflicto entrarás en un círculo de poder y de autoridad que nunca imaginaste. Desde ese lugar, podrás comprarte ese suéter, ese regalo, ese libro que siempre quisiste sin depender de las ganas, del humor y del bolsillo de nadie. Podrás poner en marcha tus proyectos, contando contigo misma.

¡Tú puedes! Arriésgate, sé independiente, busca qué hay en tu casa, dentro de ti. Rompe el espíritu de «no tengo con qué», porque todos tenemos. Tienes inteligencia, sabiduría, amor, carisma, potencial, habilidad, capacidad, fuerzas, energía, «tienes mucho con qué luchar y ganar». Ponerte en movimiento para alcanzar lo que deseas no depende de los demás sino de ti misma.

Extracto del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola

Por Alejandra Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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