Poesías Cristianas – Volver a la Cruz
Anduve el sendero diario
y recorrí los caminos.
El día me los entregaba
entre llamas de plata,
y fuegos de ocaso y olvido.
Naciendo. Muriendo. Caminos.
Atravesé aquellos valles.
Sus alfombras eran flores:
¡gozo, vida, paz y alivio!
Anduve, también, herido
entre espinos que me hablaron
de tormentos y dolores.
Trepe las ásperas montañas,
tropecé, me incorpore,
¡ascendí! ¡Fue duro el sendero
de las pruebas y sacrificio!
Me detuve frente al pantano,
maloliente y engañoso.
¡Olores de maldad! ¡Pecados!
No debí… ¡Sí, lo camine!
Perdido en neblinas anduve
aturdido y embarrado.
Y en el crepúsculo del dia,
cansado, sucio, ¡angustiado!
añore regresar, volver
al sitio de mi partida.
Y en aquel lugar,
proyectando juicio implacable
y caudal de amor infinito,
plantada hace siglos, !siglos!,
me esperaba la cruz,
donde nacen y mueren caminos.
Volví a la cruz,
donde en la luz divina nada
permanece escondido. Donde
maldades de ayer y de hoy,
las heridas del camino,
son sanadas, amor y juicio.
Volví a la cruz,
donde la ira de mi Dios
consume el mal cometido.
Y su amor eterno me guarda
limpiando mis pies barrosos
en la sangre viva del Cristo.
Volví a la cruz.
Y quedaron allí las lágrimas,
recogidas andando caminos.
Quedaron éxitos y fracasos
para recibir de Dios
paz, poder y destino.
Volver a la cruz,
es ser renovados, ser limpios.
Comenzar con el sol diamantino,
un nuevo, naciente camino.
Cada día de nuestras vidas necesitamos volver a la cruz, porque en ese encuentro íntimo y personal con el amor y la misericordia infinita de Dios, somos lavados, sanados y renovados. Escrita en 1989. ¡Eramos tan jóvenes!
Por Edgardo Tosoni