Pensamientos – El Primer Paso Hacia la Cruz
Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él (Juan 3:17).
El camino más famoso en el mundo es la Vía Dolorosa, «la ruta de la tristeza». Según la tradición, es la ruta que Jesús tomó desde el palacio de Pilato al Calvario. La ruta está marcada por estaciones usadas frecuentemente por los cristianos para sus devociones. Una de las estaciones marca el paso del veredicto de Pilato. Otra, la aparición de Simón para ayudar a llevar la cruz. Dos estaciones recuerdan las caídas de Jesús y otra sus palabras. Entre todas, hay catorce estaciones, cada una recordando los sucesos de la caminata final de Cristo.
¿Es la ruta verdadera? Probablemente no. Cuando en el año 70 D.C. y más tarde en el 135 A.C. Jerusalén fue destruida, las calles de la ciudad lo fueron también. Como resultado, nadie sabe exactamente cuál fue la ruta que Jesús siguió aquel viernes.
Pero nosotros sabemos dónde comienza este camino. Comienza no en la corte de Pilato sino en los salones del cielo. Jesús inició su jornada cuando dejó su hogar para venir en busca nuestra. Inició la búsqueda armado con nada más que una pasión para ganar tu corazón. Su deseo era singular: traer a los hijos de Dios de vuelta a casa. La Biblia tiene una palabra para esta búsqueda: reconciliación.
«En Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo» (2 Co.5:19). La palabra griega que se traduce reconciliación quiere decir «hacer que algo sea diferente». La reconciliación remienda lo descosido, invierte la rebelión, vuelve a encender la pasión que se ha enfriado.
La reconciliación toca el hombro del extraviado y lo pone en camino hacia el hogar.
El camino a la cruz nos dice exactamente hasta dónde va a llegar Dios para hacernos volver.
Extracto del libro “3:16 Los Números de la Esperanza”
Por Max Lucado