Artículos Para Líderes – Permita Que se Vayan 2

 

Continuemos.

He recorrido tantas veces América Latina y veo frecuentemente problemas de división en la Iglesia. Asimismo hay separaciones que crean nuevas divisiones. Permítame expresarme con palabras un poco más fuertes, en exhortación y amor.

Si usted se fue de una congregación molesto, perturbado, enojado, y provocó una división, le ruego en el amor de Cristo, que regrese, se arre­pienta, pida perdón y repare el daño. Haga labor de restauración. En el Cuerpo de Cristo, a lo largo de todo el Continente, hay pueblos divi­didos, enojados, que impiden el trabajo puro y limpio de crecimiento en el Reino de nuestro Señor Jesucristo.

Además, la maldición de empezar en una división le garantiza otra división. Porque lo que usted sembró, eso cosechará. Cuántas veces hemos visto una nueva división de la división original. Esto es una parte de la realidad del liderazgo en Latinoamérica. Si somos lo sufi­cientemente maduros como para hablar estos detalles difíciles, podremos crecer en el Reino. Pero si en nuestros países de Centro y Sur América continúan con esta tendencia a las divi­siones, nunca lograremos crecer.

Cuando Jesucristo contó la parábola del hijo pródigo lo hizo porque quiso mostrarnos cómo es el corazón del Padre Celestial. El padre sabía de antemano que el hijo malgastaría toda la herencia. También usted lo sabía cuando su dis­cípulo vino a pedirle la herencia, conocía con qué mal espíritu lo hacía, y supo conocer su mal corazón.

El padre sabía que ese hijo saldría a golpe­arse contra la pared, sin embargo, lo despidió con su bendición. Cuando usted envía a alguien con su bendición, nadie pierde. El único que pierde es nuestro enemigo, Satanás.

Intentemos comprender esta enseñanza a través de un ejemplo. Pensemos en una congre­gación grande, próspera, creciente, con 4,000 miembros. De pronto, en esa congregación se levantó el segundo a bordo y dijo: «Quiero abrir una congregación al otro lado de la ciudad».

Esta historia le parecerá conocida, probable­mente en cada ciudad haya un modelo parecido a este. Pero el tema tomará distinto curso dependiendo de la reacción del pastor prin­cipal. Si en lugar de bendecirlo y enviarlo, lo retiene y le dice: «No es el tiempo. No siento que sea de Dios. Yo creo que todavía no». Puede que su razonamiento sea justificado en todos sus fundamentos, e incluso puede estar en su derecho y decir lo correcto. Pero aunque esto mismo pensaba el padre, no fue lo que le dijo a su hijo.

¿Qué hizo el padre, a sabiendas de que este muchacho despilfarraría todo? Lo bendijo y lo envió. Debe comprender que hay alguien dentro de su equipo que no obtuvo su bendi­ción y que aún alberga algo dentro de su corazón. Esa persona es la que Satanás necesita para salirse con la suya.

Pero… pastor, mire en su interior y pregún­tese si quiere a alguien en su grupo de trabajo que tiene su corazón en otro lugar. ¿Su objetivo para retenerlo es demostrarle quién manda?

Recuerde que: La autoridad verdadera sirve para desarrollar al máximo el potencial de aquellos que están bajo mi autoridad.

Un amigo muy querido, se equivocó en este punto. Retuvo a un hombre con las caracterís­ticas que detallamos. ¿En qué resultó? El hombre no aguantó más porque su corazón ya no estaba ahí. Usted debe entender que si se ha ido el corazón de su discípulo, también debe querer que su cuerpo se vaya detrás de su corazón. Usted no necesita un cadáver en su equipo de trabajo porque le traerá hedor de muerte. Despache a esa persona en el nombre de Jesús tras su corazón.

El resultado de lo que le pasaba a mi amigo derivó en que el muchacho se llevó a unos cuántos miles de los miembros de esa congrega­ción y se fue al otro lado de la ciudad. Todo esto sucedió porque el padre no tuvo la gracia de simplemente bendecirlo y enviarlo.

El resultado es triste. A los pocos meses, aquello que empezó mal comienza a desmoro­narse. La iglesia madre empieza a sentirse justificada. Muchas de las personas que se habían ido, regresaron a la congregación ori­ginal. Cuando esto empieza a suceder, los pastores de la congregación original empiezan a sentirse mejor todavía.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro «Cómo Ejercer la Verdadera Autoridad»

Por Marcos Witt

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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