Continuemos…

Según Jaboda, la superstición no es un error; otros autores importantes como Margared Mead y Levi Strauss sin ir tan lejos, sugirieron que las supersticiones tienen un propósito útil. Nosotros no compartimos esas conclusiones.

Creemos que éstas nacen del deseo profundo del hombre de dilucidar aquellos fenómenos que escapan a su dominio y explicación; produciéndose en muchos casos una «creencia» o «interpretación» falsa de un fenómeno. Por ejemplo, en regiones primitivas la madre que tenía mellizos, estos eran destruidos junto con la cabaña ya que creían que los pequeños tenían un padre diferente, es decir se aplicaba la pena de adulterio. Otras tantas creencias mágicas surgen de múltiples factores, como por ejemplo: necesidad de «explicación», insatisfacción espiritual, mente mágica, estructuras de personalidad fóbicas y obsesivas, vacío espiritual, etc. Sin embargo detrás de cada superstición está el padre de las mentiras, el diablo. Este utiliza todos estos recursos para cegar a las personas y para que así no les resplandezca la luz del evangelio de Cristo. El diablo sabe que con estas mentiras ata a las personas espiritualmente, y éstas llenas de temor y pánico recurren a ritos, parapsicólogos, curanderos, umbandistas, etc., con el fin de ser libres.

Cuando los procesos intelectuales se desvirtúan, entonces aparece el pensa­miento falso o superstición. El miedo al mundo, a la naturaleza, a lo inexplicable, hacen que las supersticiones aparezcan como el medio de calmar la angustia y «explicar» lo que sucede, teniendo así «alivio». Las supersticiones se arraigan afectivamente en la personas, por eso aun con la verdad científica o intelectual de un hecho, no alcanza para desarraizarlas. La atadura espiritual es tan fuerte que sólo se puede romper cuando la persona renuncia a esta mentira y no tan sólo cuando conoce la verdad científica de un hecho. Por ejemplo, el «levantarse con el pie izquierdo» es algo sin ningún fundamento científico y mucha gente lo sabe, sin embargo aun así no pueden desprenderse de esta mentira, si no renuncian a ella. Las supersticiones siempre generan algún tipo de lazo espiritual y de alienación de la realidad-.

La persona supersticiosa posee entonces, una falta de actitud crítica; acepta lo que venga, de donde venga y de quien venga, sencillamente «porque sucedió». Busca el escapismo, y cree que con tal o cual objeto u oración se logra la salud, el dinero, etc. La confrontación con la realidad, la responsabilidad y el esfuerzo propio se evaden de esta forma; así nace la angustia y el deseo de controlarla; efectuar ritos y artes con preocupación y perfección hace que muchos no caigan presa de la angustia neurótica, y logran, mediante ciertas prácticas y formas, seguridad y racionalización sin darse cuenta de que siguen tomando el mismo veneno con diferente nombre.

Algunas supersticiones ya han desaparecido, mientras que otras cobran cada día más fuerza, todas transmitidas de generación en generación, siguen dominando la vida de muchos, sostenidas y potencializadas por la «mente mágica» que todos en cierta medida poseemos.

Otras supersticiones «cristianas» se han infiltrado en nuestras iglesias (como el Arbolito de Navidad) por la falta de actitud crítica en el estudio de la Biblia. Cuando yo creo en algo que no tiene fundamento bíblico que lo respalde puede llegar a convertirse en una «superstición cristiana». Cuando lo que creo nace de la Palabra de Dios, deja de ser sugestión para convertirse en fe. El creer «ligeramente» en algo es sugestión. El creer las promesas de Dios en su Palabra es fe.

8. No a la superstición.

  • Fomenta la ignorancia y la estupidez: Disminuye nuestra actitud crítica, y aumenta nuestros temores, actitudes obsesivas e ingenuidad.
  • Atenta contra Dios: Ya que al creerlas en cierta manera afirmamos que negamos la soberanía de Dios.
  • Desvía nuestra comunión con Dios y nos hace entrar en «comunión con el diablo y sus huestes inmundas: Satanás ata con estas creencias.

Su objetivo a nuestro entender es dominar nuestra mente y vida y así también nuestro ser. Satán desea que nuestra mente se ocupe de creencias y prácticas falsas que con la sugestión nos desvían de tener nuestra mente en Cristo.

Extracto del libro Ocultismo y Sanidad Interior

Por Bernardo Stamateas

Lee El «Trabajo» Ocultista

Artículo anteriorSanidad Interior – EL «TRABAJO» OCULTISTA
Artículo siguienteSanidad Interior – LOS «PROFESIONALES» DE LA SUPERSTICIÓN
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre