1. Me hicieron un «trabajo”.

La palabra «daño», «le han hecho algún trabajo» tiene que ver en el contexto de la magia con el poder producir una maldad concreta a una persona definida. Podemos definir al daño como un maleficio, una enfermedad causa­da por el hechizo de un supuesto brujo. Podemos definirlo también como la fuerza ejercitada por el brujo a tra­vés de invocación de fuerzas demo­niacas sobre alguna prenda, retrato, etc., de la persona en cuestión con la finalidad de destrucción, enfermar o matar.

El daño o la enfermedad que se recibe de parte de una persona que lo quiere mal a uno. Este mal podría ir desde una no­che sin poder dormir hasta un de­sear la muerte. Desde el punto de vista físico, destrucción o enferme­dad mental, locura o también des­trucción de intereses materiales o morales.

Junto con el trabajo y el objeto en sí lo que se va a utilizar va a ser la palabra, el poder de la palabra, el conjuro, la oración, la invocación. Este sentido del poder de la palabra ya es también antiguo. Justamente la palabra saludo viene de saludar, es decir, desear salud; viene de la «buena palabra» que se desea al otro. Ya hemos analizado el tema de las maldiciones y cómo en el A.T. la maldición cobraba un carácter importante a través de las palabras que acompañaban a los trabajos realizados.

2. Historia del «trabajo», nada nuevo bajo el Sol.

Dice Nahúm 3:4: «A causa de la multitud de las fornicaciones de la ramera de hermosa gracia, maestra en hechizos, que seduce a las naciones con sus fornicaciones, y a fes pueblos con sus hechizos».

Ya los historiadores nos señalan con convicción que esta práctica de dañar a través de muñecos figura en las creencias de los babilonios, de los asirios y de todos los antiguos; fórmulas mágicas, hechizos, ritos como formas de invocar a los demonios para dañar a las personas.

En Egipto se encuentran estatuillas o muñecos de arcilla cosidas de figuras de unos 18 cm que alguien los llamó «sirvientes mágicos».

Platón distinguía dos clases de daños: los ocasionados por drogas y los provocados por «encantamientos o hechizos». Incluso cita las figuras de cera que se colocan en ¡as puertas de las víctimas o las tumbas de los antepasados. Otra de las maneras es a través de la invocación, del rito oral, sin retrato de la persona a la cual se desea destruir; fórmulas, palabras mágicas, y la utilización del nombre de las personas.

Otro de los elementos es utilizar los recursos, llámese uñas, cabellos, excre­mentos, camisas, medias, etc.

Ya en el Martín Fierro (2:2997-2998) dice: Hermano, le han hecho daño y se lo han hecho en un «mate». Viene a nuestra mente el caso de una hermana a quien ministramos. A los pocos meses de vida, su abuela le quitó la mamadera para darle mates. Su abuela la odiaba y estaba involucrada en magia negra. Uno de esos mates estaba trabajado y al orar y cortar este trabajo, un espíritu inmundo se manifestó.

Ya Sarmiento en su clásico Recuerdos de Provincia menciona ciertas dificul­tades suscitadas por las hechiceras sanjuaninas.

Extracto del libro Ocultismo y Sanidad Interior

Por Bernardo Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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