En el cementerio de San Antonio de los Cobres en Salta, en un mausoleo existe un cráneo al que la gente le rinde culto en virtud a las propiedades que se les asignan: el «culto al cráneo».
En Santiago del Estero existe la superstición de tener que arrojar el muñeco en un pantano dándole la espalda con el fin de contrarrestar el daño provocado.
En Corrientes una forma de dañar a una persona es tomar una fotografía, mencionar su nombre y escupirle con rabia.
En el folklore calchaquí cuando la bruja ha decidido hacer un daño, toma un sapo panza arriba, nombra 3 veces a la persona que quiere dañar, ha conseguido algunos cabellos cortándoselos o tomándolos de sus peines, los hace un ovillo, los envuelve en un sapo, los coloca dentro de la cueva húmeda del sapo y el día siguiente pide 3 veces al sapo que haga a la dueña de los cabellos tal o cual daño que suele ser generalmente la pérdida de la razón.
En Tucumán para «secar o matar a una persona se mata un sapo y se lo expone en la intemperie y una vez seco se le raspa la piel hasta hacerla polvo y luego se lo introduce en la bebida de la víctima, la cual si la llega a ingerir, se secará poco a poco. También la práctica más frecuente es enterrar la foto con el sapo en tierra de cementerio ya que esta simboliza la muerte en sí; o con la ropa del dañado o fragmentos de uñas o cabellos.
En el cementerio de Flores entre sus tumbas es frecuente encontrar sapos con bocas cosidas con fotos de las personas a quienes se quiere dañar. Para contrarrestar estos daños algunos sugieren limpiar con perfumes y encender velas benditas. Aún en las crónicas policiales se registran casos relacionados con las prácticas de brujerías como dijimos, muñecos pinchados, cruces con cintas, dedos de muertos, cráneos, esqueletos de aves, etc.
Los jimahuas o ebelli en Cuba son considerados ídolos de gran poder. Son dos estatuillas representadas como gemelos o en pareja.
En Perú los brujos recurren a San Cipriano que era un monje anciano y barbudo, con su libro de oraciones conocidas en nuestro país con el fin de contrarrestar cualquier daño hecho. En Bolivia, el 1 de agosto, el día de la Pacha Mama, se barre la vivienda y se quema la basura con igual propósito de echar fuera todos los males diabólicos que pudieron haber quedado en los hogares.
Los trabajos de brujería, hechicería, magia negra y de vudú son frecuentes y vienen desde el origen de la humanidad; y no solamente se realizan para conquistar amores perdidos, unir en medio de un divorcio, o para desear una maldad a alguien, sino también para lograr triunfos.
En 1948, el jugador de fútbol Mario Goyén de Boca Juniors descubrió una fotografía de él pinchada con varios alfileres en la nariz y en los pies. Esto salió en la Gaceta, Tucumán, Argentina, 9/6/48; como una manera de querer eliminar los remates de dicho jugador en sus clásicos goles con sus golpes de cabeza.
Otro hecho salió publicado en la RAZÓN, 4/12/54 ocurrido en La Plata donde el club de Estudiantes de La Plata que estaba jugando en primera B encontraron fotografías del equipo con alfileres, los jugadores tenían las piernas cosidas con hilos negros y sus pechos atravesados por alfileres. También es de dominio público que en el Maracaná durante los partidos mundialistas hay un sector dedicados para los umbandas, los quimbandas y los brujos que realizan todo tipo de sacrificios humanos e invocaciones con el fin de que Brasil salga campeón.
La foto pinchada y trabajada es una modernización del antiguo muñeco de cera. Estos daños por imágenes no son particulares de la gente pobre sino también de la gente adinerada. A lo largo de nuestro país podríamos describir innumerables casos en cada una de nuestras provincias, de trabajos con brujería y hechicería de este tipo.
Extracto del libro Ocultismo y Sanidad Interior
Por Bernardo Stamateas
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