Matrimonios Cristianos – Hacer el Amor

 

Nuestra sociedad, al referirse a la intimidad sexual, lo hace en los términos de hacer el amor. Pero tener sexo, ¿puede definirse siempre como hacer el amor?

La Biblia en 1 Corintios 13 define al amor como la motivación máxima en lo que hacemos. A la luz de esta definición, analicemos algunas situaciones hipotéticas pero comunes:

Si dos adolescentes o personas jóvenes tienen un romance; ella resulta embarazada y él la abandona, ¿hicieron el amor? No, porque el amor permanece.

Si dos personas se apasionan y tienen un fugaz encuentro sexual siendo amigos, compañeros de trabajo o amantes furtivos, ¿hicieron el amor? No, porque el amor no hace nada indebido. Si no existe un compromiso, un pacto de a dos, eso que se entrega es el cuerpo y el deseo, pero no la vida ni el futuro; en definitiva, no se entrega la verdadera intimidad de la persona, que es lo que eleva al sexo a la definición de hacer el amor.

Si una persona casada se enreda con otra que no sea su pareja y tiene sexo, ¿hicieron el amor? No, porque el verdadero amor no se alegra en la mentira, se alegra con la verdad.

Si dos novios deciden no casarse pero sí compartir la cama, ¿hacen el amor? No, porque quien quiere obtener un beneficio sin pagar el precio es un ladrón. ¿Cómo se definiría a quien quiere ver satisfecha su necesidad de intimidad sin que le cueste demasiado? El verdadero amor no busca su propio interés.

Si un matrimonio tiene problemas en la sexualidad y no les interesa solucionarlos, ¿hacen el amor? No, porque el amor nos inspira a buscar el supremo bien. Quien se niega a trabajar en su relación de pareja boicotea al amor.

Si un cónyuge ansía poseer, dominar o satisfacer su propio deseo sin entregarse a un placer compartido, ¿hace el amor? No, porque el amor no se comporta con rudeza. Si hacer el amor es un ahora, aquí y como sea, y no puede extenderse en un para toda la vida y en un para bien de la otra vida, entonces es una caricatura grotesca del verdadero amor.

El verdadero amor piensa más en la otra persona que en las necesidades propias. El verdadero amor da y se entrega sin esperar nada a cambio. “El que es bondadoso se beneficia a sí mismo; el que es cruel, a sí mismo se perjudica”, Proverbios 11:17. Al fin de cuentas, cuando uno hace bien, se siente bien. Por eso, “haga todo el bien que pueda, a todas las personas que pueda, de todas las maneras que pueda, por todo el tiempo que pueda”, Juan Wesley.

Por José Luis y Silvia Cinalli‏

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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