Mujeres Cristianas – Si Tuviera Plata Me Iría 4

 

Continuemos.

Dice Eclesiastés 3 que3 que hay una temporada, un tiempo para cada cosa debajo del sol.

Decile «Señor no sé bien qué estás haciendo, a veces parece que no siento nada, a veces parece que estoy perdiendo el tiempo, pero Señor yo quiero ver lo que estás haciendo, yo quiero saber que estás trabajando en mí, que hay algo que estás proyectando para mi futuro».

Vos podés ver tu día como perdido, ver tu tiempo de espera como perdido, o podés decretar «este tiempo de espera es el mejor tiempo de mi vida, porque Dios está planificando algo grande para mí. No es pérdida de tiempo, es tu pausa Señor». Abrazate al Señor; Él sabe lo que está haciendo. Que puedas decir «yo voy a colaborar con Dios en este tiempo de espera, porque Dios no me abandonó, Dios no hace silencio, si Dios me está entrenando para darme lo que le pedí. Está purificando todas mis motivaciones para que yo disfrute lo que le acabo de pedir, para que cuando venga no lo eche a perder, para que cuando venga sea un placer completo, y eso me agregue más ganancia y me lleve a algo más grande. Que pueda aprovechar cada minuto de mi vida y lo viva con felicidad. Que no vuelva a lesionarme y lastimarme y no tenga que volver a llorar en la vida. Dios está haciendo algo grande en mí; mientras estás entre paréntesis y eso que pediste no viene, Dios está entrenándote.

Tenés que cultivar un espíritu de agradecimiento.

Agradecer no es una actitud solamente, no es «yo agradezco porque alguien hizo algo por mí»; eso es fácil. Tener un espíritu de agradecimiento es algo distinto, es algo que se cultiva, es un espíritu. Hay que cultivar ese espíritu de agradecimiento. ¿Qué es? Agradecer no importa las circunstancias; agradecer aunque todavía no tengo los resultados que quiero tener; eso es cultivar un espíritu de agradecimiento. Dios quiere eso, porque cuando aprendés a agradecer, vos quitás la raíz de amargura de tu vida. Lo que el enemigo quiere hacer en el tiempo de espera es que vos te amargues, niegues tu fe y te des vuelta, y te vayas a buscar a otro que no sea Jesús. Pero si cultivás el espíritu de agradecimiento Dios te pone feliz, porque agradecer es ver a Dios en todas las circunstancias de la vida, es saber que siempre Dios está presente y que algo grande Él está planeando, y dentro de poquito lo vas a recibir en tu vida. Agradecé por lo que tenés y por lo que todavía no vino.

Cultivá un espíritu de agradecimiento mientras esperás el milagro de Dios.

Escuchaba a una mamá que le decía a su nena «no mientas porque Dios se va a enojar con vos». ¡Qué cosa!, cómo le decimos a los chicos cosas de Dios y les hacemos sentir miedo de Dios, en lugar de decirle «no necesitás mentir, porque decir la verdad es maravilloso», y no meterle un Dios malo a una nena. No metas a un Dios malo en el medio; a vos te enseñaron un Dios malo, te enseñaron que Dios no te da eso porque tenés pecado, porque estás mal, porque cometiste un error, porque Él se olvidó de vos, porque no te tiene más en cuenta. Dios me tiene entre paréntesis porque me está entrenando tal vez, o me agarró de la mano y me está dirigiendo por el camino de la bendición y de la victoria.

Vamos a empezar a agradecer; levantate a la mañana con una necesidad imperiosa de agradecer por todo, desde lo más pequeño hasta lo más grande, y lo que va a pasar en tu espíritu es único, no te lo vas a olvidar. Porque cuando empezás a agradecer y el agradecimiento fluye, la sanidad y la bendición vienen sobre tu vida.

Dios te está entrenando, va a purificar las motivaciones; Él te va a hacer una mujer perseverante, que no pierde nada, que siempre gana, te va a hacer perseverante hasta obtener lo que querés. Él va a hacer que seas responsable de todo, porque cuando te vea responsable te va a decir «a esta mujer le voy a dar más de lo que me pide», porque te va a dar más abundantemente, más de lo que pedimos o entendemos a aquellas que sabemos ser agradecidas. Sé agradecida, por ese hijo que tal vez esté haciendo macanas, por esa hija que se equivocó, por esa hija que no podés perdonar, por esa mamá que tal vez te maltrató, por ese marido… da gracias.

Por Alejandra Stamateas

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1 Comentario

  1. Wow! Que devocionales tan maravillosos. Por favor sigan publicando este tipo de lecturas, porque habemos muchas mujeres a las que nos hacen bien.
    Gracias 🙂

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