- Los hombres no deben preguntar sobre sexo, deben saber.
Este mito ha ocasionado mucho mal, ha tergiversado el plan de Dios de pureza y santidad, haciendo que el varón busque experiencias en la calle y con prostitutas para conocer del tema, cuando la realidad dice que la manera de aprender no es ésa, sino por medio de la enseñanza bíblica y la sexológica dentro del ámbito cristiano. Queremos demostrar lo que decimos con el siguiente relato, extraído del libro, «La primera vez» del Dr. Carlos Seglín:
¿HISTORIA DE LA SELVA? Mito de la iniciación.
Los Cachorros.
Uno de los momentos cruciales en la vida del león es el momento de dejar de ser cachorro (inocente y niño), y lo consigue cuando caza su primera presa (mantiene su primera relación sexual). Conseguir la primera presa es una ardua tarea pues no siempre las «presas» están disponibles, ni cumplen con las expectativas del futuro león acerca de cómo deben comportarse. Es frecuente que esta primera «caza ritual» ocurra en cotos especiales y adecuados a ello (moteles o prostíbulos), donde por una suma de dinero se provee a los entusiastas aprendices de «presas» (prostitutas) dispuestas a ejercer el papel de tales. Tan dispuestas y profesionales, que tienen mucha más experiencia que los leones mismos (los padres). Todos los cachorros de león «saben» que el momento de la primera cacería es muy importante, y «sienten» que, de alguna manera, definirá su futuro como león adulto. Lo valoran como un momento fundante de su virilidad, un momento único e irrepetible. En realidad, esto no es así, pero es una creencia tan profundamente arraigada en la memoria de la especie, que es difícil desprenderse de ella. Y es así como sigue vigente.
- El hombre debe ser experimentado, la mujer virgen.
Van de Velde sostenía la fidelidad y la indisolubilidad del matrimonio; abogaba, por ejemplo, por cambiar de posición para evitar cambiar de pareja. Sin embargo, el siguiente diálogo en una de sus charlas expone el pensamiento dominante en nuestra cultura:
-Maestro, estoy perplejo ante un aspecto de su obra.
-¿De qué se trata, hijo?
-Si no he comprendido mal su libro, usted opina que la novia debe llegar virgen a la noche de bodas.
-Naturalmente – responde Van de Velde.
-Pero Ud. dice que un marido debe llegar al matrimonio ya experimentado sexualmente.
-Así es. No debemos confiar una potranca que nunca ha sido montada a un jinete que nunca ha cabalgado antes.
-Más adelante, Ud. se opone al adulterio.
-Es el destructor de la felicidad conyugal.
-Y denuncia el trato con prostitutas…
-Con toda mi vehemencia.
-Entonces, ¿con quién puede adquirir el novio su experiencia preconyugal?, preguntó triunfalmente el joven. Van de Valde se quedó confundido. Por fin, halló una respuesta y dijo: «II y a toujours des veuves» (siempre hay viudas).
¡Qué error! Tanto el hombre como la mujer pueden y deben llegar vírgenes al matrimonio y descubrir juntos la dimensión de una sexualidad compartida.
- El hombre tiene que hacer gozar a la mujer.
¿Cómo? ¿Con qué? Para quien cree esta mentira, ambas preguntas tienen una misma respuesta: con su «instrumento poderoso», el pene.
Así resulta que cuando «no puede» porque la erección falla, el hombre siente que no es más hombre, como si su masculinidad y hombría dependiera de su pene. Mientras su pene responda, estará siempre pendiente de las reacciones que su mujer demuestre frente a su desempeño como amante. No podrá relajarse y disfrutar nunca del amor íntimo en un dar y recibir sin prisas, intenso, enriquecedor; sino que adoptará la postura de un trabajador y el sexo terminará siendo para él agotador y no placentero. Por su parte, cuando la mujer cree este mito, fingirá satisfacción sexual aunque no goce para hacer sentir bien a su esposo. En cambio, si siente hostilidad hacia él, será el arma perfecta para humillarlo, haciéndole sentir que es un fracaso como hombre porque «no sabe» darle placer; cuando, en realidad, la responsabilidad del placer es tanto de ella como de él.
Un dato interesante es observar estadísticas que muestran que el 70% de los que consultan al sexólogo son hombres, ¿será porque las mujeres tienen menos problemas sexuales? No, por el contrario, se sabe que las mujeres tienen muchas dificultades en el ajuste sexual, pero es una situación que puede ser tolerada, disimulada o negada. En cambio, en el hombre, un problema sexual se deja ver pronto y, aunque al inicio se niegue o se disimule, llega el momento en que debe enfrentarse con el mismo; y, dado que cree que debe responder y estar siempre listo, un problema sexual representa un fracaso mayúsculo y un golpe mortal para su masculinidad.
NO IMPORTA DÓNDE VIVA, EL HOMBRE ES EL MISMO
A pesar de las muchas diferencias culturales, en todos los pueblos y en todos los períodos de la historia se observa una fuerte asociación entre fecundidad y virilidad, con la representación del falo, pene o miembro viril. Así resulta que los hombres de Hamboina, Indonesia, tocan los árboles con sus penes para transmitirles su fuerza viril y tener así buenas cosechas, debido a la creencia de que existe un mágico poder en lo que llevan entre las piernas.
Extracto del libro “Sexo. Lo que siempre quisiste saber”
Por José Luis y Silvia Cinalli