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Teología Avanzada – EL MINISTERIO DE LOS ÁNGELES 1

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La Doctrina de los Ángeles – El Ministerio de los Ángeles 1

 

 

Las 273 referencias a los ángeles en la Biblia son en gran manera narraciones de sus actividades, y en ellas se revela un amplio campo de hechos notables. Sin embargo, lo más importante no es su relación con los habitantes terrestres, sino su servicio a Dios. Este es principalmente un servicio de adoración, y sugiere la majestad inefable y la gloria de Dios que los ángeles no caídos comprenden, la cual sigue sin cesar para siempre a causa de la dignidad infinita de Dios.

El apóstol Juan declara que en su adoración las criaturas vivientes «no cesaban día y noche de decir, Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir» (Ap.4:8).

Isaías declara que ellos «daban voces el uno al otro, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria» (Is.6:3).

Con el mismo propósito el salmista escribe; «Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderoso en fortaleza, que ejecutáis su palabra» (Sal.103:20); «Alabad a Jehová desde los cielos; alabadle en las alturas. Alabadle, vosotros sus ángeles; alabadle, vosotros todos sus ejércitos» (Sal.148:1, 2).

La humildad de los ángeles, sugerida por su manera de cubrirse los pies (Is.6:2), es natural puesto que está siempre delante de Él cuya majestad y gloria es trascendente. Para los ángeles el nacimiento, la vida, la muerte, la resurrección y la ascensión de Cristo eran realidades estupendas. No es cosa de poca consecuencia que Cristo —como lo declara el apóstol Pablo— mientras que estaba en la tierra, «fue visto de los ángeles» (1º Tim.3:16). El interés angélico y su devoción al Señor de la gloria son medidos hasta cierto grado por la adoración que le han ofrecido desde su creación hasta el presente.

El santo más espiritual sólo muy débilmente puede anticipar lo que será el mirar directamente y sin fin la faz del Señor de la gloria, pero tal capacidad de apreciar a Dios siempre ha sido un atributo de los ángeles y también lo han experimentado. Ellos contemplan al Señor sin un velo intermedio.

Su consideración de El mientras estuvo en la tierra es presentada convenientemente por el Dr. Cooke en las siguientes palabras:

«¡Con cuánta constancia acompañan (los ángeles) al Salvador encarnado durante Su misteriosa vida terrenal entre los hombres! En Su nacimiento ellos son Sus heraldos y con cánticos triunfantes anuncian las buenas nuevas a la humanidad. En su tentación le ministran; en su agonía lo socorren; al resucitar ellos son los primeros en proclamar su triunfo; al ascender ellos vienen para escoltarle a su trono de intercesión; en su estado glorificado le rinden a Él su homenaje supremo como Señor; y cuando El venga para juzgar al mundo ellos formarán parte de su comitiva!

¡Qué pensamientos sublimes les vendrían a la mente, y cuántas emociones de gozo y de admiración sentirán los ángeles al presenciar las escenas que vieron durante la vida terrenal de Cristo, y las que todavía ven en el cielo con su naturaleza doble y su obra de redención ya completada¡ ¡Dios encarnado! Todo eso fue nuevo para ellos.

¡El obedeció a sus propias leyes como si fuera una mera criatura, y con la actitud de un siervo! Eso fue completamente nuevo. Ellos le habían visto como el gobernador del universo, pero jamás hasta este momento como un súbdito. Entró en conflicto con Satanás y experimentó una prolongada tentación. Eso fue nuevo.

Le habían visto sacar al ángel rebelde de su presencia y arrojarlo a la perdición eterna; pero jamás hasta ahora lo había sujetado a la tentación del ser cuya sutileza y poder habían seducido a miríadas para su ruina eterna. Sufrió el escarnio y los reproches de parte de los pecadores. Esto también fue nuevo. Ellos habían visto a millares de espíritus felices adorarle y amarle; pero jamás hasta ahora le habían visto a Él personalmente insultado, vituperado y maltratado por sus criaturas. ¡El gimió en el Getsemaní y luego fue crucificado entre dos malhechores, muriendo como una víctima sacrificial! Esto fue nuevo.

¡Lo habían visto a El sumamente feliz y glorioso; pero al verlo moribundo, al oír ese grito de agonía y contemplarlo como un cadáver sangriento —y todo para salvar al mundo de pecadores que se había revelado contra El! ¡Qué amor tan misterioso! Luego lo vieron, después de todo lo dicho, ya entronizado y glorificado en su naturaleza humana. Todo eso fue cosa nueva en la historia moral del universo».

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática. Volumen 2”

Por Lewis S. Chafer

(Fundador y 1º Presidente del Seminario Teológico en Dallas, Texas. USA)

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