La necesidad de ideas creativas
La escena se repite domingo a domingo, en iglesias de todo el mundo, ya sean grandes o pequeñas, ricas o pobres. Los niños entran a la clase de Escuela Bíblica Dominical, encuentran sus lugares (de preferencia, lo más cerca de la puerta como sea posible) y esperan “otra clase más”. Su maestro llega algunos minutos después, fatigado, obviamente se acaba de despertar, con la Biblia y la revista de la Escuela Bíblica Dominical debajo del brazo.
Empieza con pedidos y respuestas de oración. Nadie consigue recordar los pedidos de la semana pasada, pero un alumno pide oración por el tío de su vecino que está con neumonía. Pero no recuerda el nombre de él.
Después de una oración genérica para “bendecir a los misioneros” la clase empieza.
¿Quién recuerda el tema de la lección de la semana pasada? (una niña recuerda que tenía algo que ver con pecado)
¿Quién hizo la lectura de la lección de esta semana? (Nadie).
¿Quién memorizó el versículo? (A todos se les olvidó que tenían que memorizar un versículo. Juanito aprovecha para patear una bolita de papel en dirección a María).
El maestro empieza a leer la lección de la revista de la denominación. La historia de hoy es sobre David y Goliat. Para ilustrar la lección, el maestro (que inclusive se cree muy creativo) muestra una cauchera que hizo por la mañana, antes de venir para la iglesia. Infelizmente, el caucho se rompe la primera vez que el maestro intenta tirar con la cauchera.
Marcelo levanta la mano:
— ¿Pero maestro, pensé que era una honda y no una cauchera lo que David usó para derribar a Goliat?
El maestro pasa rápidamente al próximo punto, que también lee de la revista.
Por fin, por la gracia de Dios, la campana suena invitando a todos los alumnos para el cierre general en el auditorio. Diez minutos pasan hasta que todos estén congregados. Después de cantar “el cumpleaños feliz” a las 3 personas3 personas que cumplen años en esa semana, alguien da los anuncios. Habrá un concurso de la Escuela Bíblica Dominical durante el próximo mes. Todos deben traer visitantes para ganarse el premio como mejor alumno de la Escuela Bíblica Dominical. Por fin, un “voluntario” de cada clase da un resumen de lo que fue estudiado en su clase. Los niños cantan un corito. Una clase recita un versículo. Alguien ora. Y nadie consigue entender por qué la asistencia a la Escuela Bíblica Dominical es cada vez más baja.
¿Acaso es un ejemplo extremo? Creemos que no. La mediocridad en nombre de Jesús nos parece que es la regla y no la excepción. La enseñanza que denominamos “evangélica” en muchas ocasiones es una excelente justificativa para dormir hasta tarde, ir a la playa o ver la carrera de Fórmula 1 el1 el domingo por la mañana.
¿Pero, será que la enseñanza de Jesús era así? ¿Será que los otros apóstoles y los profetas luchaban para mantener a sus oyentes despiertos? A los maestros les gusta echarles la culpa a sus alumnos supuestamente “sin compromiso” con la Palabra, y a veces tienen razón. ¿Pero no será que muchos dejan de ir a la Escuela Bíblica Dominical por juzgarla irrelevante, agotadora y monótona?
¿Por qué necesitamos maestros creativos? Nos gustaría sugerir algunas razones en defensa de una enseñanza creativa y excelente, no mediocre. Una enseñanza que transmita el contenido con claridad:
- Enseñamos con creatividad como reflejo de la imagen de Dios en nosotros (Génesis 1:26 – 28).
Como seres hechos a la imagen de Dios, tenemos la capacidad de crear para la gloria de Dios. La creatividad permite que veamos relaciones interpersonales nuevas, inventemos lo que no existía antes e imaginemos nuevas soluciones a viejos problemas.
- Enseñamos con creatividad de acuerdo al modelo de los grandes comunicadores de la Palabra de Dios.
Los autores bíblicos establecieron el patrón de creatividad en la comunicación de la voluntad de Dios. Los apóstoles eran campeones de la metáfora. Los profetas usaban lecciones objetivas, y en muchas ocasiones sus propias vidas eran el mensaje. Por ejemplo, Jeremías usó un yugo (Jeremías 28:10-17.), rompió una vasija (Jeremías 19:10, 11), escondió un cinto (Jeremías 13) y enterró piedras en Egipto (Jeremías 43:8-9), todo para hacer gráfico el mensaje de Dios para Su pueblo.
Ezequiel fue amarrado con cuerdas (Ezequiel 3:24-27), dramatizó un sitio contra Jerusalén (Ezequiel 4:1-17) y la cautividad (Ezequiel 12), se puso a temblar mientras comía (12:17-20), cortó, esparció y quemó su propio cabello (5:1-17). El libro de Oseas fue estructurado alrededor del drama humano entre Oseas y su esposa Gomer.
¿Cuál es el punto en común de todos esos ejemplos? Dios ordenó que la comunicación de su Palabra fuese tan gráfica y memorable como fuera posible, y eso muchas veces ameritaba la utilización creativa de objetos y drama. ¿Si los profetas necesitaban de creatividad, cuanto más nosotros?
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excelentes materiales para aplicarlos en la escuela dominical