Devocionales Cristianos – La Fe Se Transmite

 

¿Sabías que la fe que está dentro tuyo se puede transmitir?

Todo aquello que nosotros impartimos en los demás, ya sea en nuestros hijos, familia, amigos, vecinos, tendrá nuestra marca. Tu marca será toda la fe que seas capaz de transmitir.

Y no solamente las personas “palparán” tu fe, sino también tus sueños.

Tus sueños nacerán cargados y llenos de la fe que hayas puesto sobre ellos. En una oportunidad, Pablo le hizo saber a Timoteo: “Tu mamá y tu abuela te criaron y te transmitieron su fe”.

“Dejarás una huella de tu fe en los tuyos y todo sueño cumplido tendrá tu identidad”.

La marca es tu Fe que se transmite

Cuando yo entiendo que mi fe es mi marca y esa marca es única y la puedo transmitir, no necesitaré compararme con nadie. Por eso, no trates de hacer las cosas como el de al lado, porque lo que Dios te asignó a vos tendrá tu sello espiritual y las revelaciones que te hayan impactado pasarán a tus hijos, a tu familia, y a los hijos de tus hijos por mil generaciones. Porque la medida de Fe que alcances, los tocará a ellos también.

Hay una ley, llamada por los investigadores como la “ley de Pigmalión” que dice: “La expectativa que pongo en una persona, la persona la tiende a realizar”.

Lo que significa que si espero algo positivo del otro, éste lo hará, pero si mi expectativa es recibir algo negativo, eso recibiremos”.

“La expectativa que pongo en una persona, ella la tiende a realizar”.

Si trato a alguien como un ‘tonto’ (aunque no lo sea) es probable que con el tiempo llegue a convertirse en eso; de aquí surge cuando un papá dice de su hijo: “Este es bueno para nada”.

La cuestión de la expectativa es una ley utilizada por profesores, padres y jefes.

Por ejemplo: si entro a un lugar y pongo mi expectativa brillante sobre alguien, éste tratará de alcanzar ese nivel de expectativa. En cambio, si digo y afirmo todo lo contrario, así será.

Cuando alguien que confía en nosotros sabe contagiarnos esa esperanza, nuestro sistema límbico acelera la velocidad de nuestro pensamiento, incrementando así nuestra lucidez, energía, eficacia y eficiencia. ¿Te das cuenta todo lo que podemos lograr con sólo transmitir fe?

Si tu jefe desarrolla un alto concepto sobre vos, y te lo hace saber, es muy probable que exhibas un alto desempeño en tus tareas; por otro lado, si no confía en tu capacidad y tiene bajas expectativas respecto de tu rendimiento, es probable que cometas un error y los resultados que obtengas sean negativos.

El gran problema de muchas personas hoy, especialmente de los jóvenes, es que nadie les trasmitió expectativas, fe en sí mismos.

Fe en uno mismo no viene del cielo, sino de otra persona.

La fe de Dios es un don y viene a mí por la Palabra que hace crecer mi fe, pero la fe en mí mismo alguien me la tiene que impartir, es decir, alguien tiene que creer en mí, alguien tiene que esperar algo que aún no logré pero que sabe que tengo capacidades para alcanzarlo.

Por eso, no llames amigo al que te palmea sino al que espera algo de vos.

Amigo es aquel que te presiona y exige porque cree en vos y sabe que podés lograr todo lo que te hayas propuesto.

La gente que está huérfana de fe en sí misma, tendrá conductas conforme al nivel de expectativas que hayan puesto sobre ellos. Si no tuvieron expectativas de “fe”, tendrán expectativas de “no fe”, lo que los convertirá en más buenos para nada y, de hecho, lo demostrarán.

¡Cuánta gente encontramos que hizo un mal negocio y volvió a repetir ese error porque esas personas no tuvieron cerca a alguien que les impartiera un nivel de expectativa de fe declarándoles: “Yo creo en vos”, “Sé que vas a lograr más de lo que ya has logrado!”

Fe en uno mismo no viene del cielo sino de la expectativa depositada por otros sobre mi vida

Y para esto están los mentores, es por eso que necesitamos buscarlos. Ya sea un pastor, un líder, alguien con fe en sí mismo que espera cosas grandes de nuestra parte. “Cuanto más grande es la fe del líder, más capacidad podrá transmitirte a la hora de desafiarte; cuanta más estima se tiene un maestro, un padre, más fe va a ser capaz de impartir y transmitir”.

Si tomamos a las personas tal como son, las haremos peores de lo que son, pero si las tratamos como si fueran lo que deberían ser las llevaremos hacia donde nunca se han atrevido a ir.

“Si no toco, no creo”, dijo Tomás; pero Jesús le dijo: “Tomás, toca mis manos y mi costado”. Y luego le dijo: “No seas incrédulo”.

Jesús desafió a Tomás para que tuviera fe en Dios y en él mismo. Le estaba poniendo una expectativa.

Extracto del libro “60 Principios de Fe”

Por Bernardo Stamateas

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