Cumulus Clouds at SunsetEstudios Bíblicos – El Único Dios Verdadero

 

 

¿Qué nos sugiere la palabra “idolatría”?

Consideremos lo que dice el 2º mandamiento en relación a la idolatría (Ex.20:4-6).

Parecería que se refiere a la adoración de imágenes de diferentes dioses o santos, pero en el contexto en el que se encuentra, no puede referirse a esta clase de idolatría, ya que repetiría el pensamiento expresado en el 1º mandamiento. Por lo tanto, lo que el 2º mandamiento establece es que la idolatría consiste no sólo en la adoración de dioses sino también en la adoración del Dios verdadero por medio de imágenes.

Por lo tanto, el mandamiento se refiere, no al objeto de la adoración, sino al modo en que se realiza. Lo que nos dice es que no se han de usar estatuas o figuras de Aquel a quien adoramos como ayudas para la adoración. Y enfatiza “ninguna semejanza…”.

Ahora bien, ¿qué peligro puede haber en que el que adora se rodee de estatuas y figuras, si lo ayuda a elevar su corazón hacia Dios?. ¿Qué tiene de malo?. ¿Qué daño pueden hacer estas cosas?. Si a la gente realmente les resultan útiles ¿qué sentido tiene prohibirlas?.

El 2º mandamiento lo prohíbe categóricamente. Veamos por qué.

 

1. Las imágenes deshonran a Dios porque empañan su gloria.

La semejanza de las cosas en el cielo, en la tierra y en el mar, no constituyen, justamente, una semejanza de su Creador. “Una imagen verdadera de Dios no puede encontrarse en todo el universo” (Calvino).

No es sólo que las imágenes representan a Dios con un cuerpo y miembros que en realidad no posee (él es Espíritu), sino que además esconden la mayor parte, si no toda, de la verdad acerca de la personalidad y el carácter del ser divino que se pretende representar.

Por ejemplo:

Aarón y el becerro de oro (un toro). El propósito era hacer un símbolo visible del poder de Dios, pero ¿qué idea de su carácter moral, de su justicia, de su bondad, de su paciencia, de su amor, puede surgir de la contemplación de un toro?

En consecuencia, la imagen de Aarón escondía la gloria de Dios. De la misma manera, la compasión que inspira el crucifijo empaña la gloria de Cristo, porque esconde su deidad, su victoria en la cruz y su resurrección gloriosa.

En ambos ejemplos, el símbolo resulta indigno, no por lo que intenta representar, sino por todo lo que no es capaz de representar. Y lo mismo podríamos decir de todas las representaciones visibles de la Deidad (Is.40:18).

 

2. Las imágenes engañan a los hombres y sugieren ideas falsas acerca de Dios.

Psicológicamente, es evidente que si nos habituamos a centrar los pensamientos en una imagen o en una figura de aquel a quien vamos a dirigir la oración, eventualmente llegaremos a pensar en él en términos de la representación que nos ofrece dicha imagen, y a orar en igual sentido. Y en tanto la imagen no es una representación fiel de Dios, nuestra adoración tampoco lo será.

Las imágenes y las figuras, por lo tanto, afectan nuestro concepto de Dios.

 

3. La prohibición del 2º mandamiento también incluye las imágenes mentales acerca de Dios.

(Is.55:8-9, Ro.11:33-36). No podemos imaginarnos a Dios, y cualquier imagen mental acerca del Señor Jesucristo es totalmente imperfecta

(Dt.4:15-19, 23-24). La enseñanza está clara. Dios no les mostró un símbolo visible de sí mismo, sino que les habló, por lo tanto no deben buscar ahora símbolos visibles de Dios, sino sencillamente dedicarse a oír y obedecer su Palabra.

Extracto del libro «Conociendo a Dios»

Por J. I. Packer

Adaptado por Edgardo Tosoni

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