Estudios Bíblicos – La Gracia de Dios
Las gracia de Dios es amor libremente manifestado hacia pecadores culpables, a pesar de no merecerlo. Es Dios manifestando su bondad hacia personas que solo merecen severidad. Es el Juez de la tierra transformado en Salvador de la humanidad.
La gracia presupone cuatro verdades cruciales:
1. La falta de merecimiento del hombre moralmente.
El hombre moderno está convencido de que a pesar de todos sus pecados, en el fondo es un tipo excelente, y que sus pequeñas virtudes compensan sus grandes vicios, rehusándose a aceptar la idea de que, moralmente hablando, hay algo malo en su carácter. La idea de que él puede ser una criatura culpable ante los ojos de Dios, digno de la condenación eterna, jamás se le ocurre.
2. La justicia retributiva de Dios.
El método del hombre moderno es hacer la vista gorda a la maldad hasta donde le conviene. Tolerar el mal es considerado una virtud, mientras que se censura a quienes intentan vivir con
principios fijos del bien y del mal. Pero en este mundo creado por Dios, la retribución es un hecho básico. Dios es el juez de la tierra y él ha de obrar rectamente (Gn.18:25), dándole a cada uno lo que merece.
3. La impotencia espiritual del hombre para salvarse a sí mismo.
El reparar nuestra propia relación con Dios, reconquistando su favor luego de haberlo perdido, está más allá de las posibilidades de cualquier ser humano. La idea de que al final todos serán salvos, es una gran mentira.
4. La libertad soberana de Dios.
El hombre moderno tiene la idea de que Dios está obligado a amarnos y ayudarnos, por poco que lo merezcamos. Sin embargo, Dios no está obligado a tener lástima ni a perdonar. Si lo hace es por su propia y libre voluntad y nadie lo obliga a hacer lo que no quiere.
La gracia y la salvación son conceptos que van juntos como causa y efecto (Ef.2:5, 8, Tit.2:11, Jn.3:16, Ro.5:8, Zac.13:1, Mt.11:8).
El Nuevo Testamento declara la gracia de Dios en tres sentidos:
1. La gracia como fuente del perdón del pecado.
El evangelio se centra en la justificación. La justificación es declarar justo al culpable, libre al condenado, convertir al criminal que espera una terrible sentencia en un heredero que espera una herencia fabulosa. La justificación viene por la fe en la obra salvadora de Jesús.
La justificación es gratuita para todos, pero a Dios le resultó muy costosa, porque el precio fue la muerte del Hijo de Dios (Ro.8:32, 3:24-26, Tit.3:7, Ef.1:7).
2. La gracia como el motivo del plan de salvación.
La conversión del creyente no fue un accidente, sino un acto de la gracia de Dios que tuvo su lugar en un plan eterno para bendecirlo con el don gratuito de la salvación del pecado.
Pablo describe este plan eterno de salvación en Ef.1:3 al 2:103 al 2:10.
Y porque la gracia de Dios es soberana, este plan de salvación se completará perfectamente.
3. La gracia como garantía de la preservación de los santos.
Si el plan de salvación se ha de cumplir ineludiblemente el futuro del cristiano está asegurado (1ºP.1:5). La fe en su origen y en su continuidad es un don de la gracia (Fil.1:29).
Quienes suponen que la doctrina de la gracia de Dios tiende a favorecer el relajamiento moral (o sea, quienes dicen “hagamos lo que hagamos la salvación final está asegurada”) demuestran simplemente que no saben lo que están diciendo, no entienden nada de nada. Porque el amor despierta amor a su vez, y una vez que el amor ha sido despertado, desea complacer a quien se ama. Si amamos a Dios, complaceremos a Dios y obraremos como él lo desea, disfrutando de nuestra eterna salvación.
Extracto del libro «Conociendo a Dios»
Por J. I. Packer
Adaptado por Edgardo Tosoni