Guerra Espiritual – ¿Quiénes Son Llamados Para la Guerra? 2
Continuemos.
Hoy día, hay magníficos autores que han escrito sobre guerra espiritual, mapeo, estrategias de batalla, entre otros. Pero éstos no son más que apoyos. El problema surge cuando se toman las experiencias de otros como si fueran un manual de operación, y se hacen fórmulas de estrategias que fueron dadas para un lugar específico, con condiciones y demonios que pertenecían a esa guerra en particular. Leer libros y predicar sobre guerra, no significa que alguien esté listo para enfrentar un combate, a veces, de gran magnitud.
B. ¿Quiénes No Pueden Participar en Una Guerra?
Deuteronomio 20:8. Es un error involucrar en una guerra personas temerosas e inmaduras, que no tienen una posición clara de la grandeza de Dios frente al diablo, gente cuyas almas necesitan ser sanadas, y en muchos casos, liberadas. Estas personas, debido a sus temores no resueltos, se vuelven fáciles blancos del enemigo. Por el momento sólo me estoy enfocando a la selección divina, más adelante menciono otros factores importantes para clasificar quiénes no deben participar en la guerra.
C. ¿Quiénes Califican Para Una Guerra de Alto Nivel?
1. Autoridad Profética y Apostólica.
La guerra espiritual pertenece a las esferas estrictamente proféticas y apostólicas. Cada ministerio tiene un nivel de autoridad y de unción que le da la habilidad divina de funcionar en aquello a lo que Dios lo llamó. Todos son llamados y ungidos, pero no todos tienen la misma función. Confundir los límites de acción de un ministerio trae consecuencias, que irremediablemente afectan al cuerpo de Cristo en general.
Por ejemplo, cuando un profeta es pastor de una iglesia, pero no tiene un ministerio pastoral, la iglesia recibirá palabra, por lo general tajante, profunda y, a veces, de mucha confrontación. Esto hará que los fieles reciban poco cuidado de sus necesidades particulares y de sus problemas. Cuando un evangelista quiere actuar como pastor, por lo general, habrá mucha motivación para evangelizar, manifestaciones de poder, pero en muchos casos, poca profundidad en la Palabra. Lo mismo sucede cuando pastores, maestros y evangelistas, quieren penetrar las áreas de autoridad profética o apostólica. Por lo general, habrá confusión, la dirección no será clara y esto, lógicamente, traerá problemas.
En cuestión de incurrir en el mundo espiritual, para discernir los poderes de las tinieblas y las estrategias para derribarlos, sólo los profetas o los ministerios con unción profética (pastores-profetas, maestros-profetas, apóstoles-profetas) pueden hacerlo en el orden correcto, lo mismo que los apóstoles.
El orden y la autoridad son cruciales en un ejército, y esto es una ley y un principio que no puede ser trastocado. Es como en una guerra en lo natural. ¿No sería terriblemente peligroso que un capitán de la armada de los Estados Unidos se fuera por su propia cuenta a bombardear Irak? Desde luego que sí. La guerra contra poderes territoriales tiene que ser de igual manera una organización militar con estrategias claras, con armas adecuadas y con el ejército necesario, desde los generales hasta la infantería, todos en perfecto orden y armonía.
2. Una Selección Celestial.
La Biblia dice, en el libro de Proverbios 24.6: «Harás la guerra con inteligencia». En 1999, Dios empezó a desvelar dentro de mí una visión que me sacudía de horror. Veía la fuerza aplastante del imperio de tinieblas, cuyos ejércitos estaban organizados, sus generales coordinados y sus frentes de apoyo perfectamente distribuidos sobre la tierra. Todos peleaban por una misma causa. Sus principados y gobernadores estaban unidos y perfectamente estructurados para llevar a cabo los planes de Satanás en las más altas esferas políticas, económicas y religiosas sobre la faz del planeta.
Tenía colocados a impresionantes jerarcas de las tinieblas bajo la forma de sociedades secretas. No sólo gobernaba en los ámbitos visibles de los gobiernos terrenales, sino que protegía sus diabólicos planes a través de poderes subterráneos que eran indetectables en la superficie y, por tanto, casi indestructibles.
Tenía redes de nutrición y abastecimiento que lo fortalecían desde todas partes del mundo. Millones de demonios salían por todo el mundo, incitando a las personas a pecar y a derramar sangre. Esto hacía que los muros de sus fortalezas se hicieran más robustos e infranqueables. Tenía bajo su control las riquezas de los poderosos de la tierra.
Vi a sus ejércitos obedecer, aun cuando eran enviados a destruir iglesias y a acabar con los ministros de Dios. Los más atacados eran los que estaban solos. Los vi entrando a las iglesias y, prácticamente, no había oposición cuando eran enviados espíritus de soberbia, autosuficiencia, chisme, división, sexo, codicia y poder. Vi a la Iglesia como pequeñas lucecitas dispersas en las naciones, queriendo luchar contra un gobierno organizado y terriblemente macabro.
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “Guerra de Alto Nivel”
Por Ana Mendez Ferrel
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