“No se puede sentir culpa y placer al mismo tiempo”.

José Luis y Silvia Cinalli

Introducción

La sexualidad es un hermoso regalo de Dios para disfrutar en el vínculo matrimonial. No existe otro elemento que una más y produzca mayor alegría que una buena intimidad conyugal. De ahí que sea el área más elegida por Satanás para destruirla, estropearla o ensuciarla.

Durante mucho tiempo se ha asociado el placer al pecado, interpretando erróneamente todo lo agradable para nosotros como desagradable a Dios.

Los colonizadores inculcaron la idea de que el sexo era pecado, perversión y un mal necesario para poder procrear. Ellos abogaron por el “no y nunca” al placer y al erotismo; y por el “no y nunca” a la risa y la alegría. Se idealizaron la muerte, el dolor y el sufrimiento. Predicaron la autoflagelación y la abstinencia sexual como valores supremos.

Como resultado de este paradigma aún vigente, muchas parejas cristianas descuidan el amor, no alimentan la pasión y minimizan el poder de la unión sexual matrimonial. En una sociedad fanatizada por lo sexual y con un mensaje libertino, debemos comprender el valor de este regalo para encauzarlo positivamente. El placer debe darse en el contexto del amor. Amor y erotismo deben ir juntos. Si el placer se disocia del amor, aparece la lujuria, que es el deseo desenfrenado que busca satisfacción a cualquier precio. No importa la forma que adopte (desde una relación sexual, el consumo de pornografía o cualquier forma de perversión), termina esclavizando. Cuando el amor y el placer van de la mano, la satisfacción está garantizada.

Dios ha establecido límites para el placer y no tienen que ver con “cuánto”, sino con “cuándo” (en el matrimonio) y “con quién” (él cónyuge). La Biblia nos advierte en cuanto a no deshonrar el lecho matrimonial y agrega: “el que comete adulterio no tiene seso; el que así actúa se destruye a sí mismo…”, Proverbios 6:32-33.

La ley de la sensatez nos invita a pensar seriamente en nuestro futuro. Las decisiones de hoy determinarán nuestro destino. En Gálatas se nos recuerda: “cada uno cosechará lo que haya sembrado”.

Anexo: “Una cuestión Arriesgada”

El moderador explica que:

‐ El placer es un tema muy importante y que se conversa mucho en la actualidad, tanto entre jóvenes como entre adultos.

‐ El placer debe ser resultado del amor, no un fin en sí mismo. El placer exige un manejo responsable de nuestras libertades a fin de que satisfaga. En caso contrario, generará culpas, reproches y dolores.

Dinámica del juego. En este juego vamos a suponer que todos somos sexualmente activos. Tendremos un reloj con alarma que pondremos a funcionar dentro de una caja. Pasaremos la caja de mano en mano sin saber cuándo sonará la alarma. Mientras la caja va pasando y la alarma aún no ha sonado, todos estaremos jugueteando sexualmente sin problemas; pero, cuando suene la campana, el que tenga la caja en sus manos será el que enfrente las consecuencias de su libertad sexual.

Caja con las consecuencias. Recorte tiras de papel que colocará en una caja. En cada tira copie alguna de estas oraciones:

  1. Estás embarazada o tu novia lo está. ¿Qué les dirías a tus padres? ¿Cómo enfrentarías la situación?
  2. Acabas de enterarte de que tienes una enfermedad de transmisión sexual y que puede dejarte estéril. ¿Qué le dirías a tu compañero / a? ¿Cómo enfrentarías a tus padres?
  3. Acaban de diagnosticar que la persona con la que has tenido relaciones sexuales tiene SIDA ¿Cómo te sientes?
  4. La persona con la que has tenido relaciones sexuales perdió interés en ti. ¿Cómo te sientes?

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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