Ahora bien, nunca debiera ser usado 1ª Corintios 7 para presionar al cónyuge a practicar alguna variante sexual que no quiera, por ejemplo: sexo oral o anal. Aunque Pablo insiste en que tenemos derechos sexuales, también dice que el amor nunca es egoísta. En pocas palabras, no se debe obligar a la pareja jamás.

Si bien es cierto que la cantidad de relaciones que tendrán dependerá, en última instancia, de un acuerdo mutuo, quizás una solución sería organizar encuentros de mayor calidad. Sustituyan los tiempos íntimos monótonos y mecánicos por sesiones más excitantes y creativas en las que ambos se sientan fusionados en una intimidad compartida.

El asunto moral nunca es “qué cantidad de sexo”, sino si el sexo físico está siendo integrado a un patrón de amor y dedicación personal. Lo que ocurre “entre las veces” es mucho más importante que “cuantas veces”. Si ambos cónyuges están dedicados a promover la vida personal del otro y su crecimiento, la cuestión de la frecuencia será contestada en términos de consideración por las necesidades y los deseos de la otra persona.

Extracto del libro Sexualidad Sana, Liderazgo Sólido

Por José Luis y Silvia Cinalli

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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