REGLA N° 2: PARA EL ESPOSO

Modifica tus actitudes: de la misma manera que los prejuicios han influido en tu esposa, lo han hecho en ti, y a los hombres les resulta difícil reconocer que necesitan aprender en esta área, pero ¡adelante! Es tan bueno el panorama, que bien vale la pena. Por favor, piensa: ¿no te agradaría que tu esposa fuera más cariñosa y estuviera más dispuesta para cada encuentro contigo? ¿No te gustaría darle satisfacción y hacerla recorrer por caminos nuevos, trayendo aire fresco sobre tu matrimonio? Pues continúa la lectura, seguramente estos consejos te servirán, ya que han dado muchos resultados.

Ante todo, reconoce el hermoso regalo que Dios te ha hecho a través de la vida e tu esposa, valórala. Demuéstrale con palabras y gestos lo agradecido que estás a Dios por ella. No desperdicies ninguna oportunidad para ser romántico. Recuerda: si te preocupas por las pequeñas cortesías, no tendrás que preocuparte por el amor! Nadié puede actuar con afecto por mucho tiempo sin sentirse afectuoso.

Sorpréndela con caricias sugestivas, evitando las zonas genitales, por ejemplo besar sus manos suavemente, sentir el olor de su piel luego de un baño, besar sin risa sus labios, acariciar el contorno de su cara o sus piernas, etc.

Pon el fuego del erotismo, busca formas distintas de aumentar el deseo en tu amada sin forzarla, recordando que Dios la describe como «vaso frágil» (hasta un grito muy fuerte puede romper un frágil vaso de cristal). Gánate su confianza, muchas mujeres piensan que sus esposos van a obligarlas a hacer «cosas» que no les gustan; quita ese miedo del interior de tu esposa, deja a un lado todo lo que la hiera u ofenda, guíala a la satisfacción y al placer, ila ternura brotará instintivamente en ella!

Construye puentes de comunicación, tu esposa es muy receptiva y posee un torrente de sensaciones que te darán gratificación y aumentarán tu confianza como amante, tan sólo si las descubres y puedes hacerlas crecer. Anímala a hablar sobre sexualidad, pregúntale qué cosas le agradan, tómate 15 minutos diarios (por lo menos) para conocer más sus vivencias interiores. Evita toda discusión o rencilla, nunca mires el pasado con reproches. Finalmente, dense mutuamente una nueva oportunidad, el día de ayer pasó y ¿por qué no esperar un mejor mañana?

REGLA N° 3: PARA AMBOS

¡Por qué no intentarlo! Elijan un día cuando puedan estar solos en algún lugar agradable; puede ser la casa donde viven (siempre que esté limpia, confortable y vacía), pero les sugerimos que si pueden buscar un lugar nuevo, mejor. Acomoden los chicos en casa de algún familiar o conocido y tómense una noche para ustedes. Cuando esto esté decidido, hagan lo siguiente: después de una cena de a dos o una caminata y un sandwich (como lo prefieran), llegarán juntos al lugar elegido con anterioridad y luego de una ducha o un baño de inmersión, muy bien perfumados los dos, se recostarán tranquilamente. Permite que tu pareja pueda ver tu cuerpo desnudo y resalte aquellas cosas que le producen placer o le gusta mirar. Con una crema suave y perfumada o con aceite de bebé, cada uno hará masajes al otro por espacio de diez minutos. No se sorprendan, se van a sentir raros por esta acción, pero ¡esa es la idea, hacer cosas nuevas! Concéntrense en las sensaciones que surgen con los masajes y expresen qué les agrada y qué les gustaría cambiar. Recuerden que el órgano sexual más importante es la mente, por ello creen en su compañero/a imágenes mentales agradables por medio de las palabras, besos, caricias, suspiros, quejidos o como mejor quieran. Atrévanse a expresar de maneras distintas, por ejemplo si nunca emitieron un sonido cuando sentían placer, ¡inténtenlo! Al princi­pio se sentirán hasta «ridículos» pero es gratificante para el cónyuge, además verán que se intensifica el goce, por lo que algunos dicen que «el oído es un sofisticado órgano sexual».

Por último recuerden esta máxima: «Nuestro cuerpo responde con toda su fuer­za al placer si le damos permiso para hacerlo».

Pero lo más importante no es el aprendizaje de «técnicas amatorias», sino traba­jar sobre cómo vemos la sexualidad dentro del matrimonio y cuántas mentiras hay en nuestras creencias.

Amar significa permitir que el otro nos conozca, otorgarle el derecho de pene­trar lo más íntimo, atrevernos a ser vulnerables, reconocer que lo necesitamos, que los dos somos uno solo…

…Dios nos de sabiduría para ellos.

Extracto del libro “Lo que siempre quisiste saber”

Por José Luis y Silvia Cinalli

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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