D. Algunos pasajes que se pueden considerar respecto a los frutos:

  • “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15:16).
  • “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios” (Romanos 7:4).
  • “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto” (Juan 15:8).
  • “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador… y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:1-2).

En palabras de Tassos Kioulachoglou: “El Padre se regocija cuando sus hijos producen fruto. Observa que tiene cuidado  especial al podar, limpiar a todos aquellos que llevan fruto para que  ¡lleven más! El Padre no quiere más ramas en la vid… quiere ramas fructíferas, no, ramas ABUNDANTEMENTE fructíferas, ramas que den fruto a su máximo potencial. Hoy, muchos cristianos se hacen a un lado esperando que alguien más “se encargue del show” en lugar de ellos. Hay algunos por ahí que aunque han creído, no se les ve que lleven fruto en su vida. Una vida cristiana sin cambio, es una vida cristiana sin fruto, son una contradicción de sí mismos. Y con esto no quiero decir que cristianos apasionados con celo de Dios y su Palabra no cometen errores,  ¡claro que sí!. Pero cristianos apasionados rechazan el llamado masivo, que dice: “sigue la corriente… es suficiente con ir el domingo al templo, sentarse en la banca, cantar y escuchar el sermón, luego regresar a casa y olvidarse de todo hasta el próximo domingo”. Los cristianos  apasionados se arriesgan. No se conforman con menos. Buscan a Dios y quieren crecer en Él, quieren acercase más y más a Él y a Su Hijo, quieren que Cristo se manifieste en sus vidas tanto como sea posible. Los cristianos apasionados tienen, valga la redundancia, pasión por el fruto y visión por Cristo, y la novedad es que Dios quiere que seas como ellos, quiere que seas un CRISTIANO APASIONADO o por decirlo de otra forma un cristiano con pasión por Dios. Un cristiano caliente, no uno tibio (Apocalipsis 3:15), que seas una rama fructífera que florece y da fruto a su máxima potencia. De eso se trata la vida cristiana”.

EL FRUTO: ¿QUÉ ES?

Para ponerlo fácil yo diría que fruto es una vida cambiada, centrada en Cristo, una vida a la que  hemos muerto a nosotros mismos para que Cristo viva a través de nosotros (Gálatas 2:19-20). Una vida que busca complacer a Dios y no a uno mismo o a la gente; una vida cuyo tema central y prioridad es Dios. Veamos lo que dice la Escritura:  “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:22-25).

Lo que quiere decir con espíritu es el nuevo hombre, Cristo en nosotros. Vivir de acuerdo al nuevo hombre produce el fruto mencionado en los versículos anteriores, el carácter del nuevo hombre es el que Cristo tiene. Leamos Efesios 2:10.

“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:4-5-8).

Producir fruto, presupone que somos permanentes en la Vid. Y nosotros no somos la Vid.  ¡Es Cristo! Nosotros somos los pámpanos, es imposible para un pámpano producir fruto si no permanece en la Vid. Del mismo modo con nosotros, es nuestra unión con Cristo la que puede hacernos, los pámpanos, producir fruto. En este caso, los pámpanos no son nada más que la forma en que la Vid produce fruto. Ministrar y ejercer las buenas obras que Dios preparó para nosotros presupone, por lo tanto, una relación apasionada con el Señor Jesucristo, a quien queremos complacer. El enfoque no es precisamente en las obras mismas sino en Cristo, y a través de nuestra unión con Él, como permanecemos en Él, “por medio de Jesucristo” como la epístola de Filipenses dice, el fruto se hace evidente.

Avanzando un poco más en esto, Cristo habló de falsos profetas y dijo que los reconoceremos por sus frutos. La Palabra habla sobre los falsos profetas (Mateo 7:5), falsos Cristos (Mateo 24:24), falsos apóstoles (2 Corintios 11:13), falsos hermanos (Gálatas 2:4, 2 Corintios 11:20), falsos maestros (2 Pedro 2:1), obreros fraudulentos (2 Corintios 11:13). Hay algo para identificar a este tipo de personas, me refiero al  ¡fruto!, y el fruto bueno solo puede venir a través de “Jesucristo”. Cualquier otro árbol, aunque pueda ser que hable de Dios, incluso de Cristo, puede producir frutos falsos.

Por Patsy Winter

Patsy es instructora de LAPEN

Lee Juan 15 la Vid Verdadera: Dios el Labrador

1
2
Artículo anteriorEscuela Dominical – JUAN 15 LA VID VERDADERA: DIOS EL LABRADOR
Artículo siguienteEscuela Dominical – APRENDIENDO A DESARROLLAR VALORES
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

1 Comentario

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre