La Doctrina de la Trinidad – Dios en Tres Personas: La Trinidad 6

 

Continuemos.

Isaías 9:6. Al aplicarse esta profecía a Cristo, se refiere a él como «Dios fuerte». Note la aplicación similar de los títulos «Señor» y «Dios» en la profecía de la venida del Me­sías en Isaías 40:3, citada por Juan el Bautista en preparación para la venida de Cristo en Mateo 3:3. Estos pasajes debe­rían ser suficientes para demostrar que el Nuevo Testamento claramente se refiere a Cristo como plenamente Dios, tal como lo dice Pablo en Colosenses 2:9.

Luego, él Espíritu Santo también es plenamente Dios. Una vez que entendemos que Dios Padre y Dios Hijo son plenamente Dios, las expresiones trinitarias en versículos como Mateo 28:19 cobran significación para la doctrina del Espíritu Santo, por­que muestran que al Espíritu Santo se le clasifica en un nivel igual con el Padre y el Hijo.

Esto se puede ver si reconocemos lo inimaginable de que Jesús hubiera dicho algo como: «Bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo y del arcángel Miguel»; esto le habría dado a un ser creado una posición enteramente inapropiada incluso para un arcángel. Los creyentes en todos los siglos pueden ser bautizados solamen­te en el nombre de Dios mismo (1 Co.12:4-6; 2 Co.13:14; Ef.4:4-6; 1 P.1:2; Jud.20-21).

Hechos 5:3-4. De acuerdo a las palabras de Pedro, mentirle al Espíritu Santo es mentirle a Dios.  En 1 Corintios 3:16 Pablo explica el hecho de que «el Espíritu de Dios» mora allí, de este modo evidentemente igualando al Espíritu de Dios con Dios mismo.

Salmo 139:7-8. Este pasaje atribuye al Espíritu Santo la característica divina de omnipresencia, algo que no se aplica a ninguna de las criaturas de Dios. Parece que David está igualando al Espíri­tu de Dios con la presencia de Dios. Huir del Espíritu de Dios es huir de su presen­cia, pero si no hay ningún lugar a donde David pueda huir del Espíritu de Dios, entonces él sabe que donde quiera que vaya también tendrá que decir: «Tú estás allí». Y Pablo le atribuye al Espíritu Santo la característica divina de omnisciencia en 1 Corintios 2:10-11.

Es más, la actividad de dar el nuevo nacimiento a toda persona que nace de nuevo es obra del Espíritu Santo (Jn.3:5-7). Pero la obra de dar vida nueva espiritual a los seres humanos cuando se convierten es algo que sólo Dios puede hacer (1 Jn.3:9: «nacido de Dios»). Este pasaje, por consiguiente, da otra indicación de que el Espíritu Santo es plenamente Dios.

Hasta este punto tenemos dos conclusiones, y ambas se enseñan por toda la Biblia:

1. Dios es tres personas

2. Cada persona es plenamente Dios.

Si la Biblia enseñara sólo estos dos hechos, no habría problema lógico por nin­gún lado en hacerlos encajar uno con otro, porque la solución obvia sería que hay tres dioses. El Padre es plenamente Dios, el Hijo es plenamente Dios, y el Espíritu Santo es plenamente Dios. Tendríamos un sistema en donde hay tres seres igual­mente divinos. Tal sistema de creencias se llamaría politeísmo; o, más específica­mente, «triteísmo», o la creencia en tres dioses. Pero eso dista mucho de lo que la Biblia enseña.

3. Hay sólo un Dios. La Biblia dice claramente que hay un Dios y sólo uno. Las tres personas diferentes de la Trinidad son una no sólo en propósito y en acuerdo en lo que piensan, sino que son una en esencia, una en su naturaleza esencial. En otras palabras, Dios es sólo un ser. No hay tres dioses. Hay sólo un Dios.

Uno de los pasajes más conocidos del Antiguo Testamento es Deuteronomio 6:4-5. Cuando Moisés canta: ¿Quién, Señor, se te compara entre los dioses? ¿Quién se te compara en grandeza y santidad? Tú, hacedor de maravillas, nos impresionas con tus portentos (Éx.15:11) la respuesta obviamente es: «nadie». Dios es único, y no hay nadie como él y no puede haber nadie como él. De hecho, Salomón ora: «Así todos los pueblos de la tierra sabrán que el Señor es Dios, y que no hay otro» (1 R.8:60).

Cuando Dios habla, repetidamente dice sin dejar duda que él es el único Dios verdadero; la idea de que hay tres dioses para adorar antes que uno sería impensa­ble a la luz de estas afirmaciones extremadamente fuertes. Sólo Dios es el único Dios verdadero y no hay nadie como él. Cuando habla, sólo él habla; no está ha­blando como un Dios de tres que deben ser adorados (Is.45:5-6). De modo similar, llama a todos en la tierra a que se vuelvan a él (Is.45:21-22; 44:6-8).

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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