La Doctrina de la Creación – La Creación 6
Continuemos.
¿Qué muestra la creación en cuanto a Dios? Primariamente muestra su gran poder y sabiduría, muy por encima de todo lo que pudiera alguna criatura imaginar. «Dios hizo la tierra con su poder, afirmó el mundo con su sabiduría, ¡extendió los cielos con su inteligencia!» (Jer.10:12). En contraste con los hombres ignorantes y los ídolos «que no valen nada» que hacen, Jeremías dice: «La heredad de Jacob no es como ellos, porque él es quien hace todas las cosas; su nombre es el Señor Todopoderoso» (Jer.10:16).
Un vistazo al sol o las estrellas nos convence del poder infinito de Dios. Incluso una breve inspección de cualquier hoja de un árbol, de la maravilla de la mano humana o de cualquier célula viva nos convence de la gran sabiduría de Dios. ¿Quién pudo hacer todo esto? ¿Quién pudo hacerlo de la nada? ¿Quién puede sostenerlo día tras día por años sin fin? Tal poder infinito, tal habilidad intrincada, está completamente más allá de nuestra comprensión. Cuando meditamos en eso, le damos la gloria a Dios.
Cuando afirmamos que Dios creó el universo para mostrar su gloria es importante que nos demos cuenta de que él no tenía necesidad de crearlo. No debemos pensar que Dios necesitaba más gloria de la que tenía dentro de la Trinidad por toda la eternidad, ni que de alguna manera estaba incompleto sin la gloria que recibiría del universo creado. Esto sería negar la independencia de Dios e implicar que Dios necesitaba del universo a fin de ser plenamente Dios. Más bien debemos afirmar que la creación del universo fue un acto totalmente voluntario de Dios. No fue un acto necesario sino algo que Dios quiso hacer. «Tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas» (Ap.4:11).
Dios quiso crear el universo para mostrar su excelencia. La creación muestra su gran sabiduría y poder, y en última instancia muestra igualmente sus demás atributos. Parece, entonces, que Dios creó el universo para deleitarse en su creación, porque conforme la creación muestra los varios aspectos del carácter de Dios, él se deleita en ella.
Esto explica por qué nosotros mismos nos deleitamos tan espontáneamente en toda clase de actividades creativas. Las personas que tienen dones musicales o literarios disfrutan creando cosas y viendo, oyendo o ponderando su obra creativa. Dios nos ha hecho para que disfrutemos imitando, como criaturas, su actividad creadora. Y uno de los más asombrosos aspectos de los seres humanos —a diferencia del resto de la creación— es nuestra capacidad de crear nuevas cosas.
Esto también explica por qué nos deleitamos en diferentes clases de actividades «creativas»: Muchos disfrutan al cocinar, decorar una casa, trabajar con madera u otros materiales, inventar cuestiones científicas o concebir nuevas soluciones a problemas en la producción industrial. Incluso los niños disfrutan al colorear cuadros, o construir casas de bloques. En todas estas actividades reflejamos en pequeña medida la actividad creadora de Dios, y debemos deleitarnos en eso y agradecerle a Dios por eso.
D. El Universo que Dios Creó fue «Muy Bueno».
Este punto sigue al anterior. Si Dios creó el universo para mostrar su gloria, es de esperar que el universo cumpla el propósito para el cual lo crearon. De hecho, cuando Dios terminó su obra de creación, se deleitó en ella. Al fin de cada etapa de la creación Dios vio que lo que había hecho era «bueno» (Gn.1:4,10,12,18,21,25). Luego, al fin del sexto día de creación, «Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno» (Gn.1:31). Dios se deleitó en la creación que había hecho, tal como se había propuesto hacerlo.
Aunque ahora hay pecado en el mundo, la creación material todavía es buena a los ojos de Dios, y nosotros también debemos verla igualmente como «buena». Este conocimiento nos libertará de un falso ascetismo que ve como malo el uso y disfrute de la creación material. Pablo dice que los que «prohíben el matrimonio y no permiten comer ciertos alimentos que Dios ha creado para… los creyentes, conocedores de la verdad» (1 Ti.4:1-3) están prestando atención a «doctrinas diabólicas».
El apóstol toma una línea tan firme porque entiende que «todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada es despreciable si se recibe con acción de gracias, porque la palabra de Dios y la oración lo santifican» (1 Ti.4:4-5). La mención de Pablo de «la palabra de Dios» que consagra o «santifica» los alimentos y otras cosas de que disfrutamos en la creación material es probablemente una referencia a la bendición que Dios pronunció en Génesis 1:31: «Era muy bueno».
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “Teología Sistemática”
Por Wayne Grudem
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