Devocional Diario – Nuestra Actitud Determina Nuestra Relación con la Gente

 

Pasaje clave: Mateo 7:12.

Este pasaje clave alcanza su mayor significado cuando, como cristianos, nos damos cuenta que el ministerio efectivo a los demás se basa en la relación.

El modelo de ministerio (como lo entiendo) se capta mejor en Juan 13. Cristo y sus discípulos están reunidos en el aposento alto.

Los componentes del ministerio modelo de Cristo son:

1. Hombres con quienes había compartido en todas las áreas de la vida.

2. Una actitud y una demostración de servicio.

3. Un mandamiento de amor que lo abarca todo («Por esto todos los hombres conocerán que sois mis discípulos»).

Un ministerio efectivo de relación con los demás debe incluir estos tres componentes bíblicos. Ninguna metodología sola (predicación, consejería, visitación) ministrará efectivamente a todas las necesidades, todo el tiempo. Se necesita una sabia combinación de muchos métodos para llenar las necesidades de la gente. Y el puente entre el remedio del evangelio y las necesidades de las personas es el liderazgo basado en la relación.

Juan 10.3–5 nos da una muestra de este liderazgo de relación:

1. Relación hasta el punto del reconocimiento instantáneo (Él llama a sus ovejas por su nombre);

2. Relación establecida sobre la base de la confianza (Sus ovejas oyen su voz y vienen a Él);

3. Liderazgo demostrado con el ejemplo (Él va adelante y ellas lo siguen).

Sin embargo, establecer tal relación es difícil.

A veces las personas nos producen frustración, se aparecen en el lugar equivocado, en el tiempo equivocado, por la razón equivocada. Siempre son interesantes pero no siempre son agradables. No siempre son previsibles porque tienen sus propias mentes. No pueden trabajar con las personas, ni pueden hacerlo sin ellas. Esa es la razón por la que es esencial establecer relaciones adecuadas con los demás en nuestro atestado mundo.

Por eso Teddy Roosevelt dijo: «El ingrediente más importante en la fórmula del éxito es saber cómo trabajar con la gente».

«Pagaría más por la habilidad de tratar con la gente que por cualquier otra habilidad bajo el sol», afirmó John D. Rockefeller.

Cuando la actitud que poseamos coloque a los otros primero y veamos a las personas como algo importante, entonces nuestra perspectiva reflejará su punto de vista, no el nuestro.

Hace unos años manejaba por el sur y me detuve en una estación de servicio para poner gasolina. Era un día lluvioso, pero los empleados de la gasolinera trataban de atender a los clientes con eficiencia. Me impresionó este tratamiento de primera clase y entendí la razón cuando leí el rótulo en la puerta principal:

«Por qué se Pierden Clientes»:

  • 1% Se mueren
  • 3% Se mudan
  • 5% Consiguen otros amigos
  • 9% Por razones competitivas (precio)
  • 14% No están satisfechos con el producto
  • 68% ¡Por la actitud de indiferencia de algunos empleados! 

 En otras palabras, el 68% se va porque los empleados no tienen una mente orientada al cliente funcionando en ellos.

En 1980–81 emprendí un ambicioso proyecto que incluía enseñar y dirigir a quince pastores y a sus congregaciones a formar iglesias crecientes y fuertes. Una de mis responsabilidades favoritas era hablar en un servicio dominical y reclutar obreros para esa iglesia particular. Poco antes del «servicio de alistamiento» pregunté al pastor cuántas personas creía que pasarían al frente para firmar una tarjeta y alistarse para el evangelismo y el discipulado. Le observé mientras calculaba cuidadosamente quiénes lo harían y quiénes no. Después de recibir el número cuidadosamente pensado, le dije: «Firmará un número mayor que ese».

¿Por qué podía decir eso? ¿Conocía yo a las personas mejor que él? Por supuesto que no. Lo que sabía era que el pastor puso a su gente mentalmente en sus casilleros conocidos y «supo» cómo reaccionarían durante el servicio. En cambio yo, como no conocía a la congregación, tenía una actitud abierta y positiva hacia todos ellos. Traté a la audiencia como si todos fueran a responder, ¡y la mayoría lo hizo! Los quince pastores calcularon un número menor que el que realmente respondieron.

Una experiencia negativa a veces paraliza nuestro pensamiento y nuestra actitud.

Un hombre que no podía encontrar su mejor sierra sospechaba del hijo de su vecino que siempre andaba por ahí haciendo trabajos de madera. En los siguientes días, todo lo que el muchacho hacía le parecía sospechoso, la manera cómo caminaba, el tono de su voz, sus gestos. Pero cuando encontró su sierra detrás de su propio banco de trabajo donde había caído accidentalmente, no vio ya nada más sospechoso en el hijo de su vecino.

 

Aplicación de actitud:

Durante una semana trate a toda persona que conozca, sin excepción, como la más importante sobre la tierra. Descubrirá que ella le trata a usted de la misma manera.

Extracto del libro «Actitud de Vencedor»

Por John C. Maxwell

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