Sexualidad Sana – El Cuerpo 6

 

Continuemos.

Muchos padres se enojan cuando sus hijos les hacen una pregunta referente a lo sexual, señalándoles que «esas no son preguntas a tu edad», o «¿quién te enseñó esas porquerías?», o «cuando seas más grande te lo diré». Muchos padres se sonrojan frente a las inquietudes de sus hijos buscando ayuda al respecto, cuando son ellos los principales instrumentos de enseñanza para sus hijos.

La ausencia de una clara instrucción por parte de los padres pueden llevar a sus hijos a buscar información en otro lugar y así su confusión aumenta. Son los padres los primeros que deben aprender lo referente a la sexualidad. Es ésta una tarea que no se puede delegar.

La ignorancia de muchos les lleva a tener para con sus hijos actitudes erróneas en su instrucción; por ejemplo, al ver a su hijo tocarse le dicen: «eso no se hace» o «sucio, cochino, ya vas a ver cuando venga tu padre» o «te la voy a cortar si te sigues tocando». Aunque estos conceptos parezcan obvios, es sorprendente que aún se sigan enseñando.

A las niñas se les enseña que los hombres sólo «quieren eso», que son unos degenerados, sucios, cochinos, etc.

Otros padres equivocados enseñan a sus hijos -directa o indirectamen­te- que lo referente al sexo es pecado o inmoral reduciendo toda la sexualidad al mensaje «sólo es para el matrimonio».

Se reprenden las erecciones que el niño puede tener involuntariamente, desconociendo la mecánica de la erección y tildándola de pecado, creando al niño una culpa severa y tremenda.

Lo mismo sucede con las poluciones nocturnas que poseen muchos adolescentes; son enseñados que sus fantasías «eróticas» que acompañaron el sueño son pecado y deben confesarlo con urgencia.

Ni hablar cuando el niño comienza a tocarse explorando su cuerpo, actitud totalmente normal y saludable ya que la percepción de su propio cuerpo lo va descubriendo por sí mismo con el correr del tiempo; muchos desconocen que la masturbación infantil es privativa de todos los niños.

La primera menstruación, a veces, es vista y vivida por la adolescente como algo sucio y como un castigo de Dios que hay que ocultar.

La rotura o pérdida del himen es considerada por muchos como una pérdida de la virginidad cuando ésta es proclive a romperse especialmente las niñas que practican varios deportes, acrobacia, etc.

Todos estos mitos e ignorancia prevalecen desgraciadamente en nuestras iglesias como «mandamientos bíblicos» y «revelación espiritual».

Muchos adultos siguen creyendo que el tamaño de su pene es importante para el placer en la pareja, o para su «virilidad» o que a mayor tamaño mayor autoestima cuando esto no tiene nada que ver.

 

10. Factores Traumáticos o Conflictivos Vividos en la Infancia y la Adolescencia.

Muchos de estos factores son muy evidentes para que puedan pasar desapercibidos. La experiencia negativa más frecuente es cuando el niño es «sorprendido con las manos en la masa», esto es, especialmente cuando se está masturbando. El padre autoritario verá esta conducta como un castigo o un error que hay que corregir, acompañados de daños apocalíp­ticos que le sucederán o castigos físicos y emocionales.

Las poluciones nocturnas del adolescente pueden provocar grandes inhibiciones en el mismo si no se le explica esta conducta NORMAL.

Lo mismo sucede con la menstruación cuando se transmite la idea del sexo como algo que es peligroso, sucio, pecaminoso, etc.

Son sustos que bloquearán la sexualidad adulta llegando a provocar problemas de erección y aun frigidez en muchas mujeres.

La primera experiencia sexual juega un papel importante. Muchos han iniciado a sus hijos con prostitutas, donde el sexo aparece junto con el dinero, el pecado, y la falta de amor. La experiencia primera suele ser negativa cuando se colocan en ellas las marcas de ansiedad y expectativas, de ahí tantas frases como: «no debo cometer error», «debe tener varios orgasmos», «no debo decir lo que me gusta, que lo adivine», «no debí fracasar», «ella debe hacer lo que yo digo», etc.

 

11. Los Fundamentos de un Desarrollo Sexual Sano.

A. Aceptación del cuerpo como algo positivo.

B. Aceptación del cuerpo como fuente de placer o dolor.

C. Aceptar la intimidad en las cinco áreas.

D. Sentir curiosidad sexual sin culpa.

E. Aceptar con placer y felicidad las experiencias placenteras.

F. Glorificar a Dios en y con nuestra sexualidad.

G. Aceptar todo como creación de Dios.

Extracto del libro “Sexualidad y Erotismo en la Pareja”

Por Bernardo Stamateas

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