Doctrina Bíblica – Cristo Murió Para Asegurar Nuestra Resurrección de Entre los Muertos
Pasaje clave: Romanos 6:5, 8:11 y 2º Timoteo 2:11.
Las llaves de la muerte estaban colgando en el interior de la tumba de Cristo.
Desde afuera, Cristo pudo hacer muchas obras maravillosas, inclusive resucitar a una niña de doce años y a dos hombres de la muerte, solo para que murieran otra vez (Marcos 5:41-42; Lucas 7: 14-15, Juan11:43-44).
Si algunos iban a ser resucitados de entre los muertos, para no volver a morir, Cristo habría de morir por ellos, entrar en la tumba, tomar las llaves y abrir la puerta de la muerte desde adentro.
La resurrección de Jesús es un regalo de Dios y prueba de que su muerte fue totalmente efectiva en borrar los pecados de su pueblo y quitar la ira de Dios. Usted puede ver esto en las palabras «por lo cual». Cristo fue «obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual, Dios también le exaltó hasta lo sumo» (Filipenses 2:8-9).
Desde la cruz el Hijo de Dios exclamó: «Consumado es» (Juan 19:30). Y por medio de la resurrección, Dios el Padre exclama: «¡De veras fue consumado!» La gran obra de pagar por nuestro pecado y proveer nuestra justicia y satisfacer la justicia de Dios quedó completamente terminada en la muerte de Jesús.
Entonces, en la tumba, tuvo el derecho y el poder de tomar las llaves de la muerte y abrir la puerta para todo el que vaya a Él por fe.
Si el pecado está pagado, la integridad ha sido suministrada y la justicia ha sido satisfecha, nada puede mantener a Cristo ni a su pueblo en la tumba. Es por eso que Jesús proclamó: «Estuve muerto, mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades» (Apocalipsis 1:18).
La Biblia resuena con la verdad de que pertenecer a Jesús significa que resucitaremos con Él. «Si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la de su resurrección» (Romanos 6:5).
«Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron con él» (1º Tesalonicenses 4:14).
«Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder» (1º Corintios 6:14).
Aquí está la conexión entre la muerte de Cristo y nuestra resurrección: «El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la, ley» (1º Corintios 15:56). Esto significa que todos hemos pecado, y que la ley sentencia a los pecadores a la muerte eterna.
Pero el texto continúa: «Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (vs.57). En otras palabras, las exigencias de la ley están satisfechas por la vida y la muerte de Jesús. Por lo tanto, los pecados son perdonados. Por consiguiente, el aguijón del pecado ha quedado removido. Por lo tanto, aquellos que creen en Cristo no serán sentenciados a muerte eterna, sino que «serán resucitados incorruptibles… Entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria» (1º Corintios 15:52,54).
Asómbrese, y busque a Cristo. Él lo invita: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» (Juan 11:25).
Extracto del libro “La Pasión de Jesucristo”
Por John Piper