Quiénes son los abusadores

El 90% de los abusadores en 2001 y, el 94% en 2011, son conocidos, familiares o vecinos de la víctima. Sólo el 10% del total de la muestra reconoce como autor a un desconocido.

En relación con el sexo de la víctima, pudo demostrarse que las niñas sufren más abusos en el ámbito familiar que fuera de él.

Aunque el incesto está legalmente penado, el 95% de los casos no se denuncian y los niños terminan siendo una mera “propiedad”, sometidos al control de sus padres o parientes, sin la protección legal correspondiente. Los delitos contra la integridad sexual es uno de los menos reportados. A modo general se estima que el 80% permanece sin informarse.

El porcentaje de niños varones que reportaron haber sufrido de abuso sexual en la niñez es de 30%, en comparación con el 70% en las niñas. De esta manera, se desmitifica la creencia de que las víctimas de abusos sexuales son exclusivamente del sexo femenino.

Características del abusador

Al que abusa de niños se lo llama pedófilo o paidófilo.

  • En su mayoría, tienen una vida, por todo lo demás, normal. Es difícil saber y hasta creer que tienen estas perversiones. Por otro lado, no buscan ayuda profesional.
  • Muchos están integrados socialmente. No tienen cuentas pendientes con la justicia y son de buena presencia. Nadie imaginaría que son abusadores o violadores.
  • En cuanto a la posición económica, los abusadores son tanto de poder adquisitivo alto, como de clases sociales medias y bajas.
  • La mayoría son conocidos de los niños (familiares, vecinos o amigos de la familia).
  • No utilizan la fuerza sino la seducción y los regalos. Son manipuladores.
  • Gran parte se contenta con acariciar genitalmente a los niños. La penetración (violación) es menos frecuente.
  • Suelen ser varones de mediana edad. La figura del “viejo verde” es la imagen social, no la realidad, en la mayoría de los casos.
  • Utilizan el abuso como una forma de dominación sobre la víctima.
  • La edad de las víctimas más frecuentemente elegida por los paidófilos es de 8 a 10 años para las niñas y de 10 años o más para los niños. Cuanto más viejo sea el abusador, más joven prefiere a su víctima.
  • Si han abusado de sus hijos, seguramente lo harán con sus nietos.
  • Son personas muy cariñosas y manipuladoras. Buscan la amistad de familias que tienen niños hermosos. Se ganan el respeto de sus madres. No son pocos los casos en que se hacen cargo de guarderías infantiles o trabajo social con huérfanos para cometer el hecho.
  • Son excesivamente cariñosos cuando abusan de sus propios hijos, a los que nunca castigan, y colocan el abuso sexual como una muestra de cariño más.
  • Suelen explicar sus conductas con frases tales como “hay que enseñarles la vida” o que “el placer es bueno para los chicos” o, simplemente, que el niño lo provocó.
  • Ocultan celosamente su conducta. Para ello, tratan con mucho cuidado al niño, lo llenan de atenciones para ganarse su afecto y lealtad, solicitándole que no cuente a nadie lo que pasa entre ellos, que lo guarde como un secreto entre ambos.

Qué piensa el abusador

  • Que no comete ningún mal. Todos saben que tanto el abuso de un menor como la violación son delitos penados por la ley. Sin embargo, también saben que la gran mayoría no los denunciará y, si fueron prostituidos por otro, nunca pedirán ayuda. La recuperación del abusador es muy difícil y resulta casi imposible cuando no toma conciencia del daño que hizo, con una alta probabilidad de reiterar las conductas abusivas.

En Misiones, en una siesta calurosa y durante el receso de un taller de abuso sexual, varias personas se acercaron para ser aconsejadas. La primera fue un hombre de mediana edad con problemas matrimoniales muy serios. Nos relató su historia. Desde pequeño, según él, estuvo involucrado en las cosas espirituales. Conoció a su esposa en un congreso y se casaron al año. Ahora se encontraban en una profunda crisis marital. Luego de hablar con otras personas, llegó ella. Una joven de hermoso rostro, muy retraída que, venciendo todos los temores, quería confesar por vez primera su pasado de dolor. En la misma sala había estado presente su victimario. Aquel que abusó de ella durante años al amparo del liderazgo que ejercía. Nunca denunció el hecho porque estaba convencida de que nadie le creería. No tenía otra prueba más que su recuerdo. Quería olvidar, pero antes necesitaba compartir su dolor. Su victimario era aquel primer varón que había hablado con nosotros y ni siquiera registraba el haber perpetrado semejante hecho. Como bien dice el encabezado del párrafo precedente: los abusadores creen que no comenten ningún mal. No hay arrepentimiento, no hay culpa ni dolor.

  • Que es “macho” y necesita sexo como “alivio”. Esto es una mentira que repiten para justificarse. Este razonamiento tienen muchos hombres que mantienen relaciones con prostitutas. Ellos se refieren al deseo sexual que “necesitan”, en vez de decir que “quieren”. Así muchos argumentan su conducta diciendo que “se encuentran solos y se ven forzados”, cuando en realidad su deseo sexual es bien dominable.
  • Que a los niños les gusta. Algunos abusadores se creen víctimas de la seducción de los menores. Sistemáticamente dicen: “ella o él me provocó. ¿Qué quiere que haga? Uno es hombre”. Las investigaciones realizadas con ofensores sexuales demuestran que, aquellos que están convencidos de que los niños no son perjudicados al mantener relaciones sexuales con adultos, vuelven a repetir su conducta.
  • Que los niños dieron su consentimiento para las relaciones. Por medio de regalos, atenciones o amenazas, “logran” que la víctima preste consentimiento, aun sabiendo que los menores no tienen esa facultad.
  • Que si él no lo hace, otros peores lo harán. De ese modo acallan sus conciencias y hasta se sienten “bondadosos” cuando, abusando de un menor, le “regalan algo o le dan dinero”. Muchos de los abusadores tienen infancias en las que ellos mismos han sufrido o han sido testigos de maltrato, violencia o abuso. La mayoría niega esos abusos y justifican a sus progenitores diciendo que los hicieron “hombres derechos”.

 

Extracto del libro Sexualidad Sana, Liderazgo Sólido

Por José Luis y Silvia Cinalli

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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