La mayoría de los violadores son adolescentes o jóvenes que quieren probar su hombría violando a otra persona. Según el FBI, el 61% de los violadores tienen menos de 25 años.

En nuestra encuesta ocurrió algo inesperado. Ante la pregunta: “¿alguna vez, a otra persona, utilizando la fuerza, el engaño o las amenazas: la manoseaste, abusaste o violaste?”. Un gran número de encuestados no respondió. Fue una de las pocas preguntas no contestadas por el 36% del total de la muestra. En el año 2001, de los que contestaron la pregunta: ¿Alguna vez manoseaste?, el 17% manifestó haber manoseado a otra persona. En el año 2011, este valor fue de 16%.

En el año 2001 y en el 2011, el 3% de los que contestaron dijo haber abusado de otra persona, y el 1% (en ambos trabajos de investigación) dijo haber violado a otra persona.

La antropóloga Margaret Mead ha observado que no se oye hablar de violación en las sociedades en las cuales los varones son condicionados por esa cultura para ser protectores y no agresivos. Se inculca a los niños desde edades tempranas a desarrollar un papel de sustento, sacrificio y protección.

  1. Exponiendo a los abusadores públicamente y defendiendo a las víctimas.

¿De dónde surgen los violadores? De familias cualesquiera, pero con una característica común: hogares con conflictos, desavenencias conyugales, gritos, insultos, peleas. Es improbable que un violador surja de una familia donde el respeto, las caricias y el buen trato sean la norma cotidiana. Por lo tanto, debemos trabajar para que el ámbito de nuestro hogar sea ejemplo del amor auténtico todos los días. Invierta tiempo en su familia, considere las charlas matrimoniales como enriquecedoras, los campamentos o los retiros, no como pérdida de tiempo o dinero, sino como momentos inspiracionales que lo ayudarán a edificar un mañana mejor.

Le sugerimos leer con suma atención el próximo relato de un mail que nos llegó desde Tierra del Fuego.

Hola Silvia y José Luis, ¡Dios los bendiga! Desde el cálido sur les saludamos Liliana y Pablo Torres, deseando que se encuentren bien. El motivo de este e-mail es contarles que en estos días se está llevando a cabo un juicio a quien durante 10 años estuvo abusando de su hijastra. Hace un año conocimos a esta jovencita en un encuentro de adolescentes. A través de la charla de sexualidad, se evidenciaron síntomas de abuso, conforme a lo tratado en el libro de ustedes De eso no se habla. Le aconsejamos hablar con su mamá y concurrir a salud mental del Hospital, donde se corroboró lo que suponíamos. Hoy testificamos en el juicio. El juez quiso copia del material que habíamos usado en ese momento y ordenó fotocopiar dicho libro. Para nosotros todo esto es nuevo. La Iglesia ha sido bien vista, ya que observaron líderes que se capacitan para ayudar. Mañana se darán los alegatos y en los próximos días la sentencia. Les pedimos oración y queríamos hacerles partícipes de este hecho. Lo que ustedes nos brindaron ha servido de mucho. Seguiremos en contacto. Les extendemos desde aquí un cariñoso saludo, anhelando que Dios les siga bendiciendo, Lili y Pablo.

Antes de terminar esta sección debemos hacer hincapié en la diferencia existente entre perdón y absolución. Ser cristianos y otorgar perdón no implica abortar la ley de la siembra y la cosecha. Gálatas 6 enseña este principio. Cuando una persona violenta sexualmente a otra deberá responsabilizarse por las consecuencias. Muchos cristianos dicen: “yo tengo que perdonar… si lo denuncio es porque no lo perdono”. Esta forma de pensar tiene un vicio de fondo muy peligroso. La denuncia se hace no para resarcir a la víctima, porque la justicia humana no puede devolver lo que un abusador le ha robado. La denuncia se hace por amor a otros niños/niñas o adolescentes, futuras víctimas. Si se tiene en cuenta que el abusador tiene conductas repetitivas, la acción legal tiende a salvar a posibles víctimas en el futuro.

Días después de aquella primera carta recibimos un segundo mail en el que nos compartían que el juez sentenció a 14 años de prisión a ese abusador. Una víctima menos, una liberación más.

Extracto del libro Sexualidad Sana, Liderazgo Sólido

Por José Luis y Silvia Cinalli

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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